miércoles, 16 de marzo de 2011

SUBTERRÁNEO DE LÍNEAS EN LA SUPERFICIE


EL NACIONAL - Martes 15 de Marzo de 2011 Escenas/2
Esto es lo que hay
Artes visuales
Geometrías itinerantes
LORENA GONZÁLEZ

Con el título América fría: la abstracción geométrica en Latinoamérica (1934-1973), se inauguró a mediados de febrero en la Fundación Juan March, en la ciudad de Madrid, una excelente muestra que puso en escena, a través de casi 300 piezas, esa geografía visual de cuatro décadas de diatribas, acontecimientos, logros y paradojas con las que la abstracción geométrica hizo vibrar los lineamientos de nuestras inéditas y muy particulares modernidades. Una investigación profunda que contó con la curaduría de Osbel Suárez e incluyó, además de una acertada selección de obras, los valiosos testimonios de aquellos artistas que comandaban estos cambios para la plástica y la vida latinoamericana de aquel entonces: cartas, manifiestos, artículos de prensa, textos de catálogos, revistas, poemas y proyectos que consolidaron una parte de ese entramado autónomo que, rozando la utopía, posicionó la universalidad del pensamiento local y la sensibilidad única de toda la región.

La disposición curatorial resalta el engranaje de estos momentos mediante la hilación de la producción artística de siete países, y destaca los trazados ejemplares de territorios pioneros como Uruguay, Argentina, Brasil y Venezuela, junto con la producción desconocida de Cuba y las resonancias de artistas oriundos de Colombia y México. El desplazamiento constante entre Europa y Latinoamérica es una de las estrategias para dibujar las variaciones que frente a la vanguardia europea tuvieron movimientos como el arte concreto brasileño, el constructivismo uruguayo, el grupo Madí en Argentina y la abstracción geométrica y el cinetismo venezolano, entre otras manifestaciones más precisas como la integración de las artes a la arquitectura en la UCV, o el perceptismo y el invencionismo sureños.

Los itinerarios del recorrido están concentrados en dos viajes de retorno que delimitan la mirada historiográfica del curador. El primero de ellos fue en el año 1934 cuando Joaquín Torres García regresó definitivamente a Montevideo luego de su periplo europeo para iniciar la aventura de un arte abstracto que definió como un "retorno a la verdad", al resaltar en la primera edición de la revista Círculo y Cuadrado que "en tanto nuestro arte no dé, dentro de su universalidad, un matiz propio, no habremos conseguido todavía el arraigo necesario con la tierra para que viva con y como las demás cosas". El otro viaje citado y con el cual se concluye el recorrido de la exposición fue realizado en el año 1973; es el regreso de Jesús Soto a Ciudad Bolívar para fundar un museo de arte moderno en ese punto secreto y siempre demandante del origen, proyecto que llevó a cabo junto con el arquitecto Carlos Raúl Villanueva.

Con orgullo y conmoción recorremos cada paso de esta cartografía geométrica. En ella no sólo encontramos la obra de nuestros más meritorios creadores, también están sus argumentaciones exhibidas en documentos inestimables donde sobresale el pensamiento de Alejandro Otero, uno de los más aguerridos intelectuales de su época. Con preocupación y pesar no vemos participación alguna de los museos venezolanos y de las colecciones nacionales que pudieran haber enriquecido esta mirada. Tan felices como extraviados recordamos en esta exposición el silencio actual, la negación, el abandono de lo propio, o ­para ser más puntuales­ eventos tan terribles como ese paradero desconocido de todas las publicaciones que hace poco fueron revendidas por instituciones estatales a muy bajo precio, con la intención de borrarlas del mapa; frases y pensamientos perdidos que un extraño viajero foráneo colocó de nuevo sobre las vitrinas.

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