jueves, 17 de marzo de 2011

NOTA LIBIOGRÁFICA


¿Definitivamente alibiados?
Luis Barragán


Forzado por la comparecencia parlamentaria, algo menos que la apropiada interpelación en la plenaria o comisión especializada, el canciller Maduro se pronunció en defensa de Kadafi, viejo reunificador de la Libia otrora fragmentaria, y de Telesur, cuya versión idílica narcotiza a su disminuida audiencia. Luego, el presidente Chávez, donador de las réplicas de la celebérrima espada que dice caminar más allá del continente, redujo la tragedia a sus caprichosos afanes anti-imperialistas.

Poco importa que los hijos del dictador sean voceros y negociadores, faltando una mínima institucionalidad del régimen, delatándolo. O los infinitos caudales que buscan patria segura para la familia destinada fatalmente al exilio, imposibles de explicar por los antiguos cultores del no menos célebre “Libro verde”, por fortuna, hoy arrepentidos como parece ocurrirle a Domingo Alberto Rangel.

El literal bombardeo de los grupos protestatarios abarca ya a poblaciones enteras, confundidos deliberadamente los objetivos civiles y militares que no pueden despacharse fácilmente como una gigantesca intriga de las desalmadas agencias internacionales de noticias. Empero, en el fondo de la alibiada discusión, acelerados los acontecimientos, se encuentran las obvias interrogaciones sobre la naturaleza de la insurgencia mesoriental y la dislocación de nuestra política exterior.

Siendo contadas las excepciones, por una parte, solemos obviar el ya prolongado conflicto entre el islamismo despótico y (neo) feudal, teológicamente atrasado, y el republicano y laico, surgido vigorosamente a mediados del siglo pasado, por no citar el relacionamiento clave con la modernidad democrática, inquietud constante de Emeterio Gómez, o la huntingtoniana confrontación civilizacional. Una década y poco más tras, por ejemplo, Emilio Menéndez del Valle aportaba luces en torno al extraordinario dilema suscitado por los hábitos democráticos, la productividad competitiva y todo el contexto socio-organizativo contrastante de la occidentalidad y orientalidad; el “Dar al Islam” y “Dar al Harb”, con sus foetazos ideológicos; el fundamentalismo o integrismo, cuya aparición y consistencia parece garantizada por la miseria y desesperanza terrenal; la resistencia al Estado Nacional, condicionado por la “umma”, y el ejercicio de la soberanía personal; o, lo que particularmente nos llama la atención en el caso libio, el rentismo petrolero, dato sobre el que en nada abunda el autor (“Islam y democracia en el mundo que viene”, Los Libros de la Catarata, Madrid, 1997: 137, 155), susceptible de una errada generalización dada la experiencia noruega.

Desconocemos las intenciones y propósitos de los grupos insurgentes, aunque quisiéramos compartir el optimismo de Demetrio Boersner de acuerdo al magnífico artículo que publicara para la revista SIC, correspondiente al mes que cursa (resumido en Tal Cual/Caracas, 14/03/11). La caída de los muros en la región constituye un fenómeno histórico ciertamente inédito, capaz de actualizar al resto del mundo respecto a los nuevos balances de poder.

Valga señalar, por otra parte, la necesidad de una política exterior no sólo realmente profesional, sino acorde a los anhelos de democracia, libertad y justicia del pueblo venezolano. Una interpretación demencial del texto constitucional, la convierte en una dirección exclusivísima, arbitraria y temeraria del presidente Chávez, siendo imposible que lo alcancen las competencias parlamentarias, tal como ocurre en el ámbito de la política militar.

Ojalá la prudencia se imponga, más allá de los desplantes verbales, pues lo que acontezca con Libia, socio petrolero, al igual que en todo el universo árabo-islámico, por sus impredecibles consecuencias, amerita de una institucionalidad responsable que las pondere, como un comité asesor del Ejecutivo, la comisión permanente de política exterior de la Asamblea Nacional o el propio Consejo de Defensa de la Nación, respetado y estimulado el concurso de la oposición. Aspiración quimérica, sin duda, pero también puede sorprendernos la caída de los muros domésticos por la gravedad de las decisiones presidencial adoptadas o a adoptar, liviandad devenida libiandad.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2011/03/%c2%bfdefinitivamente-a-libia-dos/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=748542


NOTA LB:

En la versión de ND aparecen "alibiados" y "libiandad" separados por sendos guiones. Es difícil desde la PC trabajar el asunto, debido al programa autocorrector. Y, al pasarlo al medio, puede engalanarse y ufanarse precisamente por haber hecho la "corrección"...

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