miércoles, 16 de marzo de 2011

MISIÓN ÁRBOL (¿SIN LAS TRES RAÍCES?)


EL NACIONAL - Domingo 13 de Marzo de 2011 Siete Días/4
entrevista
Mariapía Bevilacqua
"Para el desarrollo de un país es fundamental el inventario de recursos"
La bióloga considera que el Gobierno y la sociedad deben acordar cuál es la mejor ocupación del territorio, en función de una agenda económica, social y ambiental
FABIOLA ZERPA

Maríapía Bevilacqua era una bióloga recién graduada de la Universidad Central de Venezuela cuando llegó a la región del río Caura, en Bolívar, en 1991. "Llegué queriendo hacer conservación de fauna y plantas. Caí enamorada de esa área remota, de su río de aguas oscuras lleno de neblina en la mañana y de su población indígena". Como cualquier visitante con conocimientos sobre la zona se sentía con la potestad de aconsejar a la gente qué hacer y qué no. Hasta que se adentró en la vida local.

"Luego de acampar por 15 días seguidos en plena selva me comenzaron a entrar unas ganas enormes de comerme cuanta danta, báquiro o morocote se me atravesara. Se me olvidó mi motivación principal para estar allí. Eso fue como una bofetada. Comprendí que era muy fácil hablar de conservación sin tomar en cuenta las necesidades de desarrollo de los que viven dentro del Caura", relata. Desde entonces, a través de la asociación civil Acoana, trata de conciliar ambos mundos: el desarrollo y el ambiente. "Si estas dos cosas no van juntas, ni vas a superar la pobreza ni vas a poder conservar".

--¿Por qué es importante la región del Caura? --Porque allí están los últimos ecosistemas de la Guayana venezolana, que son los únicos raudales y ecosistemas ribereños prístinos que quedan en el país. También están las grandes fronteras de bosques de Venezuela, de gran diversidad biológica. Los bosques son clave por los servicios que le brindan al país en términos de calidad de agua y estabilidad del clima, a escala local, regional y global; y por las poblaciones humanas ancestrales que viven allí: yekuana y sanema principalmente, y en menor rango pemón, jibi y piapoco. En el sur del país están los grandes parques nacionales y áreas protegidas. Acoana es un gran modelo de investigación y desarrollo. Nuestras grandes líneas son biodiversidad y desarrollo humano: cómo lo que hacemos en conservación lo podemos aplicar a las comunidades. Nuestro gran mapa de navegación son los pueblos originarios y los actores institucionales que hacen vida en la región. Todos estos proyectos han estado dirigidos a resolver problemas de salud y conservación ambiental.

--Desde que empezó a trabajar allí, ¿cómo observa que ha evolucionado la agenda política ambiental del país? --Sigue siendo un gran desafío. Hay que poner la biodiversidad en la agenda de la política social y económica del país. Si no lo logramos, difícilmente podremos darle sustentabilidad. Esa agenda está inconlusa.
--¿Cuál sería la prioridad? --Dado que estamos en el Año Internacional de los Bosques, sería interesante que este año el Gobierno pudiera tener el compromiso de mapear los bosques. Entiendo que el Ministerio del Ambiente hace un gran esfuerzo con el inventario nacional, pero pienso que debe dársele un empuje político al más alto nivel. De ellos provienen los recursos del agua y la estabilidad del clima, además de que previenen deslaves.

--¿En qué ayudaría el inventario de bosques? --El inventario de recursos siempre es fundamental para el desarrollo de un país. Nos permitiría saber con qué calidad de suelos y agua contamos, y cuáles son los recursos de biodiversidad que tenemos.
En los años cincuenta se hizo un gran esfuerzo para inventariar suelos, aguas superficiales y subterráneas, y bosques. Pero muchos de esos proyectos quedaron sin terminar porque se le dio más importancia a la reestructuración del ministerio. Los inventarios son como la contabilidad de una empresa: hay que tener actualizados los activos y los pasivos.

--¿Cuáles son los peligros que amenazan a nuestros bosques? --La gran amenaza es la deforestación, como producto de las políticas de ocupación del territorio, que no privilegian la conservación de áreas estratégicas para la producción de agua. Los desarrollos urbanísticos y las fronteras forestales son las más grandes presiones que existen sobre las principales ciudades del país. La población se ha ido expandiendo hacia las zonas protectoras, que fueron declaradas así en las décadas de los setenta y ochenta.

--¿Y en Bolívar, cuáles son las presiones sobre los bosques? --La expansión de la frontera agrícola y la explotación de recursos. Las reservas forestales que se dieron en concesión, en Bolívar y otros estados, no han demostrado un aprovechamiento sustentable para la producción de madera a largo plazo. Allí ya no hay bosque: son áreas degradadas. Un ejemplo es Turén, en los llanos occidentales. El Caura también tiene zonas totalmente deforestadas.

--¿Cómo han hecho otros países para solucionar el problema de la presión urbanística sobre las áreas forestales? --Hay instrumentos de planificación, como la política de ordenación del territorio a escala nacional, que comenzó en Venezuela en los años setenta y que permite determinar la localización de las actividades económicas en función de las limitaciones que tienen los ecosistemas para aguantarlas.

Eso no se hace puertas adentro en una institución pública, tiene que concertar con toda la sociedad la ubicación de esas actividades.

--Los desarrollos que promueve el Gobierno, por ejemplo en la carretera de La Guaira, ¿son viables? --Los especialistas dicen que las condiciones allí son extremas, porque no es sólo lo que se afecta para construir sino para llevar los servicios públicos. Sin duda, el daño mayor es sobre los bosques. El eje Caracas-La Guaira no tiene las condiciones para permitir la ocupación poblacional en forma de ciudadelas porque son de alta pendiente y de suelos muy frágiles, propensos al deslave. La ordenación del territorio debería ser una gran agenda nacional porque también es una tarea inconclusa.

--El Gobierno defiende la Misión Árbol como política ambiental. ¿Cuán importante ha sido frente a los graves problemas ambientales que tenemos? --Todas las iniciativas son importantes, así sean pequeñas. Pero tiene que haber una misión concertada y no unilateral, como la quiere abordar el Gobierno. Para mí una prioridad son las reforestaciones de las cuencas, no sólo con frutales, como lo ha hecho el ministerio, sino con especies que permitan restaurar los sistemas originales. Sería estupendo crear brigadas ambientales con los campesinos de mayor edad para que administren viveros forestales. Ellos podrían suplir de material a las empresas reforestadoras. Mucha de la deforestación en el Caura se debe a que hay campesinos mayores cuyo único modo de subsistencia es el conuco que obtiene a punta de tala y quema. Esta gente necesita una respuesta de desarrollo.

--¿Qué efectos ha tenido la minería legal e ilegal sobre los bosques? --Han sido grandes. La minería está reñida con el bosque en pie porque elimina toda la biodiversidad y genera problemas graves en la salud de las personas, en las aguas y en los peces. En el Caroní está registrada y reportada la presencia de mercurio en una gran cantidad de peces de consumo regional. Esto también es registrado en el Caura. La minería está allí presente contra todos los lineamientos del Ministerio del Ambiente.

--¿Qué sigue entonces? --Sacar la minería del Caura, porque está prohibida. No se puede tolerar la impunidad. Entiendo que a pesar del Plan Caura (un operativo de desalojo militar) la minería sigue allí. El Gobierno tiene la capacidad y los recursos. Estamos esperando que lo haga porque hay que salvaguardar el territorio para el resto de los venezolanos.

--¿Qué efectos tiene el cambio climático para el país y la zona? --Hicimos un estudio sobre la relación entre deforestación, una de las causas del cambio climático, y la malaria. Demostramos que esta enfermedad tenía una ocurrencia mayor en la zona del Bajo Caura que ha sido deforestada en los últimos veinte años. Éste es un alerta, porque el cambio climático puede favorecer la reproducción del vector de la malaria o de otras enfermedades, como el dengue. En 2010 tuvimos los valores más altos de malaria en dos décadas de registro. Se lo atribuimos al repunte de la minería porque entró una gran cantidad de mineros que seguramente tenían ya el parásito en la sangre. Malaria siempre ha habido en Bolívar, lo nuevo es que ha aumentado la proporción de la población afectada.

La única forma de combatirla es atacando la actividad económica que lo genera.
--¿Para qué nos debemos preparar los venezolanos en relación con el calentamiento global? --Primero hay que monitorear las tendencias porque sin información no se pueden tomar decisiones. Por ejemplo, debemos conocer cuál es el aumento de temperatura en el territorio; el patrón de ocurrencia de los incendios; saber si hay crecimiento de vectores de enfermedades en la población y monitorear las precipitaciones en las cuencas. Luego, hay que divulgar la información para acordar las estrategias de adaptación.

Una puede ser apoyo económico para el monitoreo y otra la ayuda para los grupos más vulnerables, como poblaciones costeras, grupos indígenas y campesinos. Si no entendemos dónde afecta el cambio climático en el país, difícilmente podremos tener una política de adaptación que nos proteja.

--¿Qué le parece la política auspiciada por la ONU de apoyar económicamente a los países con bosques para que los conserven y protejan? --Es un incentivo que sirve como instrumento para alentar la conservación de los bosques y vale la pena considerarlo para las pequeñas poblaciones.

--El Gobierno se ha opuesto a esta política porque afirma que es una lesión a la soberanía. ¿Qué piensa usted? --Sería bueno que fuera el mismo Gobierno el que hiciera esta política, con recursos propios o de cooperación internacional. La agenda debe ser proteger los bosques.

Fotografía: Omar Véliz

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