sábado, 26 de marzo de 2011

LA TINTA DEL SISMO


El terremoto de Murakami
Sus padres lo perdieron todo en otro terremoto, el de Kobe de 1995. Murieron 3.000 personas. El autor escribió un libro de relatos sobre la experiencia: «after the quake», inédito aún en nuestro país.
Marta Torres

La historia de Japón está ligada a los terremotos. Quizá por eso los japoneses sólo se molestan en contar los que superan la magnitud 7 en la escala de Richtner. El primero que se recuerda data del año 684. Pero, en la historia reciente, fue en 1995, con el de Kobe, una ciudad que descansa en el oeste de Japón y en un principio se consideró a salvo de estas catástrofes naturales, cuando el país nipón descubrió de forma brutal la fragilidad de su existencia diaria. Ocurrió en una mañana de enero. Perdieron la vida más de 3.000 personas y casi 300.000 se quedaron sin nada, incluidos los padres del escritor japonés Haruki Murakami, de 62 años. Todo ocurrió en 20 segundos. Conocido como una de las grandes figuras de la literatura posmoderna, Murakami publicó una colección de relatos cortos en Japón en 2000 que transcurrían en febrero de 1995, un mes después de la catástrofe de Kobe.

Un título en minúsculas

Posteriormente, se publicaron en inglés bajo el título «after the quake» en 2002 por la división de Random House, Vintage, que en español se podría traducir como «después del terremoto». De este trabajo, su traductor Jay Rubin, que ha escrito en inglés la mayoría de los trabajos de Murakami, recuerda sobre todo que el japonés insistió en que el título debía estar todo en minúscula. Nacido en Kyoto durante el «baby boom» de la Segunda Guerra Mundial, Murakami pasó su juventud en Nishinomiya, Ashiya y Kobe. Siempre estuvo ligado a los libros.

Sus padres eran profesores de literatura japonesa, mientras él empezó su carrera como traductor. En un principio, sus textos no se publicaban. Pero sí servían para los estudiantes que estaban aprendiendo idiomas en las universidades. Estas seis historias regidas poreste trabajo son su respuesta a la tragedia sufrida en Kobe, a la que siempre ha estado muy ligado. Kobe es la sexta ciudad más grande de Japón, con una población de 1,5 millones de habitantes.

Destaca por su puerto, que es uno de los que tiene más tráfico en el país. Con estos relatos retoma su esfuerzo en la exploración de la conciencia nacional japonesa. Los personajes principales viven lejos del lugar donde ha ocurrido la catástrofe, la cual descubren a través de las noticias en TV o en los periódicos, tal y como ha ocurrido a muchos japoneses y al resto de la comunidad internacional con el último terremoto.

Pero, al menos para todos los protagonistas de los textos de Murakami, el seísmo de Kobe se convierte en un punto de inflexión en sus vidas. Las seis historias son contadas en tercera persona, lo cual supone también un cambio en la forma narradora del japonés, que suele utilizar la primera en sus trabajos. Los personajes, vacíos, profundos, misteriosos, emanan de un lugar donde lo humano se encuentra con lo que no lo es. Aunque sólo una de estas seis historias contiene claros elementos supernaturales.

Murakami decidió que el primer relato fuera «UFO in Kushiro» (OVNI en Kushiro), donde el protagonista principal es un hombre de 26 años al que su mujer abandona después de estar cinco días frente al televisor viendo las imágenes devastadoras de la catástrofe natural de 1995. La esposa de Komura ya se había marchado de su lado en otras ocasiones para estar con su familia. Nunca se despedían. Siempre le dejaba una nota. Y volvía a los pocos días. Pero, en esta ocasión, Komura descubre que se ha quedado solo para siempre.

Símbolo del alma

El mensaje es diferente: «No voy a volver nunca. El problema es que nunca me das nada. O, para ser más precisos, no tienes nada dentro que puedas darme. Eres bueno y amable y atractivo, pero vivir contigo es como vivir con aire. No es totalmente culpa tuya. Hay muchas mujeres que se enamorarían de ti. Por favor, no me llames. Simplemente, deshazte de las cosas que he dejado», concluye la nota.

Después, el hombre se marcha de viaje para entregar una caja que le ha pedido un amigo que lleve a una persona. El joven no se preguntará hasta el final sobre su contenido. El paquete es un símbolo del alma de este japonés, que, vacío o lleno, acaba de dar a alguien que ni siquiera conoce. De esta forma, el escritor hace que los personajes experimenten la sensación de desubicación total, igual que las víctimas y los testigos de lo ocurrido hace pocos días en Japón. En otro de estos seis relatos, «Honey Pie» (que en español se podría traducir como «Tarta de miel»), le ofrece la posibilidad a un escritor, también sin nada dentro, Junpei, de casarse con una mujer a la que nunca ha podido olvidar. Lleva pensando en ella toda su vida. Sin embargo, el hombre no sabe aprovechar la oportunidad. Y sorprende cuando escoge no ofrecer una respuesta clara.

En esta historia, Junpei es un hombre amable y cariñoso. Pero pierde en dos ocasiones a Sayoko. Primero, cuando su agresivo mejor amigo, Takatsuki, se casa con ella. Entonces, tienen a Sala. El artista siempre permanecerá cerca de la familia. Incluso después del divorcio. Aunque no podrá declarar su amor por Sayoko.

La segunda historia se titula «Landscape with Flatiron» (Paisaje con plancha, en español), y cuenta las vidas de una mujer joven y un pintor de mediana edad que ha abandonado a su esposa e hijos en Kobe. Todo empieza cuando la chica recibe una llamada una noche fría para hacer hogueras hipnóticas en la playa.

A lo largo de las páginas, se palpa el miedo, la tensión y la expectación. Todo se rompe cuando el pintor comenta: «No sé. Podríamos morir juntos. ¿Qué dices?». El último diálogo que Murakami escribe de este texto sobrecoge: «No te preocupes. Cuando el fuego se vaya, empezarás a sentir el frío. Te despertarás quieras o no».

En otro de los relatos que contiene esta obra, «Super-frog saves Tokyo» (La súper-rana salva Tokio), el lector se adentra en una historia donde aparece de manera insólita un animal gigante que se presenta en la casa de una persona que trabaja en un banco. La rana, en realidad, ha acudido en su ayuda. Necesita toda la que pueda proporcionarle precisamente para luchar contra otro animal de proporciones descomunales, un gusano gigante que vive debajo de Tokio. Tiene un plan para hacer desencadenar un terremoto y el relato recuerda poderosamente los filmes japoneses de monstruos de los años cincuenta.

En «Thaliand» (Tailandia), Murakami presenta a una doctora que está pasando las vacaciones en el anterior citado país asiático. Ha decidido permanecer unos cuantos días allí olvidar un desagradable proceso de divorcio.

Medir el sufrimiento

Es justo en ese momento cuando conoce a una misteriosa mujer mayor que le confiesa: «Hay una piedra dentro de tu cuerpo. Debes deshacerte de ella. Si no lo haces, cuando mueras sólo la piedra permanecerá». Una manera de introducir la inquietud en los lectores que se adentren en este cuento.

De esta forma, el escritor oriental, que volvió de su exilio impuesto en Estados Unidos después de que sucediera el terremoto que sacudió los cimientos de Kobe, mide el sufrimiento de su país, a la vez que descubre el amor que rodea siempre a la tragedia con una prosa elegante y en una atmósfera tan desazonadora como absurda. El motivo de esa elección es intencionada: contribuir al proceso de duelo y curación después de afrontar una catástrofe de esas características.

Murakami obliga a enfrentarse a todos los personajes que circulan en estos relatos al vacío interior que arrastran y con el que se habían acostumbrado a vivir durante años. Puede ser que, en realidad, se parezcan bastante poco a él, quien, a su vez, ha reconocido la paradoja de que se quedaría vacío precisamente sin sus novelas. Y también puede ser que, después de lo ocurrido estos días en Japón, todos nos hayamos convertido de alguna manera en los protagonistas de estas historias cortas.

«After the Quake»
Haruki Murakami
ebury press
132 pp.

Fuente: http://www.larazon.es/noticia/1023-el-terremoto-de-murakami

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