martes, 15 de febrero de 2011

SÓTANO


EL SOL DE MARGARITA, Porlamar, 15 de Febrero de 2011
Noticias de ascensor
Luis Barragán


Lo abordamos desde el sótano, por lo que dio tiempo a escuchar involuntariamente lo que una persona decía a otra en la apretadura de la lata ascensora y descensora del edificio administrativo de la Asamblea Nacional, en la caraqueña esquina de Pajaritos. Breve relato entre los ingresos y egresos de cada piso, réplica mínima de las vicisitudes del metro, daba cuenta de la detención de un muchacho, modesto empleado parlamentario, que fue sorprendido por la policía de Chacao con unos explosivos que no intimidaron la borrachera contenida por su automóvil.

Dos o tres días después, alrededor de los pequeños vasos de plástico de la cafetería más cercana, hallamos a dos amigos ya jubilados que la comentaron. A la aprehensión del sujeto con el presunto kilotaje de explosivo y demás armas de guerra, añadieron sus buenas credenciales personales, aunque enfatizaron su militancia en la llamada Fuerza Bolivariana de Liberación (FBL) y las tensiones que existen entre las distintas corrientes del oficialismo violento: “entre ellos se joden”, concluyeron ambos para saldar lo que sería un estupendo análisis de la más actualizada sociología política venezolana.

Olvidamos el “tubazo” del ascensor tan deslealmente competido por otras preocupaciones, hasta que la prensa confirmó el hecho una semana después, ubicándolo en Catia, gracias a los esfuerzos realizados por los servicios de inteligencia militar. Y, nada más obvio, nos preguntamos sobre la importancia de una revelación que no luce tan irremediable frente a otras que nunca se produjeron, según la natural especulación en torno a un gobierno de escasa transparencia informativa; el descuido etílico que autoriza las pesquisas, siendo una presunción tan generalizada y palpada de la existencia de armas y grupos que las esgrimen en las calles; o, sobre todo, la pertinencia de las investigaciones parlamentarias.

De modo que acontecimientos tan graves como la putrefacción masiva de alimentos importados, bajo la gerencia de una persona que no es venezolana, o la sorpresiva explosión con angustiosa nocturnidad de CAVIM, en Maracay, no llegan a la plenaria de la Asamblea Nacional, ¿cómo lo logrará la no menos supuesta anécdota de una localización de explosivos y armas, en manos de un treintañero de impecables credenciales ideológicas, como ha referido la nota de prensa, por más que figure en la nómina de la corporación parlamentaria?. Punta de hilo, la que definitivamente aún no es noticia, administrada la nota entre otras que lo son en nuestra diaria saturación, quedará atada a la madeja de los eventos que contribuyen a una resignación colectiva, pues, no hay otra consecuencia que la muy limitada y cauta dada por la burocracia.

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