lunes, 28 de febrero de 2011

SANGRA EL SUBCONSCIENTE


EL NACIONAL - Lunes 28 de Febrero de 2011 Opinión/7
Libros: Ibéyise Pacheco
NELSON RIVERA

Se venden y venden ejemplares de Sangre en el diván. El extraordinario caso del Dr. Chirinos (Random House Mondadori, Caracas, 2010), a lectores sedientos de comprender: en lo más próximo, cómo ocurrieron los hechos que derivaron en la muerte de Rosana Vargas; y más allá, hasta donde el nudo de un crimen lo permite, para intentar asomarse al abismo humano y moral de Edmundo Chirinos, condenado ya por el delito de homicidio desde septiembre de 2010.

La pregunta, legítima, le pertenece de forma exclusiva a quienes todavía no lo han leído: cuánto zanja Sangre en el diván. Dicho en otras palabras: si el delicado género del reportaje sobre un crimen responde en este caso a la inquietud del cómo fue posible: cómo fue posible que un hombre que alcanzó presencia pública bajo la figuración del prohombre, haya devenido en un criminal y, todavía más, sea el propietario de un largo expediente de abusos sexuales sobre algunas de sus pacientes.

Me permito aquí un lance: creo que lo medular es el lugar que Ibéyise Pacheco asume ante su propio relato: toma distancia, no se interpone al flujo de las voces, se impone el beneficio de escuchar (el silencio del que escucha estimula la confesión e, incluso, la respuesta a la pregunta que no ha sido formulada). Ubicada en esa específica coordenada del periodismo que consiste en proteger siempre el punto de observación, Pacheco cruza el límite y entrevista en varias ocasiones a Chirinos. El resultado, páginas extraordinarias y sugerentes: el crimen y el criminal, los hechos y la aproximación a un sujeto aventajado, gelatinoso y mendaz, que ha elevado su propio cinismo a condición de tarima y altoparlante.

Hay que decirlo: el hombre que le responde a Ibéyise Pacheco es una mente dotada. Una supraconciencia. En su intercambio, como sombras fugaces que cruzan la trastienda, parecen turnarse el seductor que pretende a su próxima víctima; el homo ludens del mal, que juega a reconocer y a negar, a un mismo tiempo, los hechos que se le imputan; el mitómano que trae a cuento sus glorias pasadas, en las horas en que la muerte de Roxana Vargas planea sobre su vida.

Edmundo Chirinos fue rector de la más importante universidad del país, candidato presidencial y persistente figurón de las izquierdas venezolanas. Un impune que, armado de inteligencia y magnetismo, logró transcurrir entre lo público y lo cruento. Un violador que aglutinó a su alrededor, en innumerables ocasiones, a utopistas y promotores del hombre nuevo. Creo yo: un tenebroso que alcanzó su apogeo, su pico mayor, no en sus falacias públicas, sino en el crimen de una indefensa. Un irremediable que cruzó la frontera, ajeno a la posibilidad del arrepentimiento. Un actor que, en su hora trágica, escogió otra vez la impostura.

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