lunes, 14 de febrero de 2011

NECESIDAD


EL NACIONAL - Lunes 14 de Febrero de 2011 Opinión/8
Libros: Martha Nussbaum
NELSON RIVERA

Alerta amarilla. Advertencia: No las consecuencias del encarecimiento mundial del precio de los alimentos que la FAO denuncia. No las secuelas del crack financiero cuya onda destructiva todavía atraviesa el planeta. Tampoco los más de cuarenta conflictos armados que hoy desangran las vidas de uniformados e inocentes. Martha Nussbaum habla de ese silencioso gusano que ahora mismo está carcomiendo la calidad de la educación en el mundo. El lector debe fijar su atención en la frase que sigue: "Sedientos de dinero, los Estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia".

Se descartan materias a las artes y las humanidades, en todos los niveles de los sistemas educativos. Se descartan los contenidos que potencien la imaginación y la creatividad. Lo que se promueve es todo aquello que genere rápido retorno, renta al corto plazo.

El afán por incrementar la competitividad estrecha el campo a lo humanístico. La rentabilidad pone en jaque facultades que son preciosas para el desarrollo de un pensamiento crítico.

Sin lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades (Katz Editores, Argentina, 2010) revisa los casos de la India y Estados Unidos, así como las contribuciones metodológicas y de conceptos que, a lo largo de siglo y medio, produjeron Bronson Alcott, Juan Enrique Pestalozzi, Friedrich Froebel, María Montessori, John Dewey, Rabindranath Tagore y otros pedagogos a la promoción de un sujeto moralmente sentible (en impecables y escuetas líneas Nussbaum obsequia al lector un perfil de Tagore que sobrepasa su condición de escritor, y lo dimensiona como pensador político, filósofo de la educación y como autor de una tesis sobre la condición ciudadana).

Que los alumnos sean competentes en la práctica de la reflexión y la argumentación propias, tal es el fundamento del ideal socrático. La falta de autoexamen deriva en otra ausencia: la de claridad pare definir objetivos y decisiones. Personas así están demasiado expuestas a las influencias. El sujeto irresoluto tiende a la sumisión y se expone a la presión de otros sujetos.

Frente a este modelo, que se encarna en el profesional acrítico que tanto complace a las corporaciones, la democracia necesita de personas con posiciones sensibles, dispuestas al disenso y a las responsabilidades que provienen de los argumentos propios. La literatura y las artes nos dotan de la imaginación narrativa que nos permite ponernos en el lugar del otro, y así "interpretar con inteligencia el relato de esa persona y entender los sentimientos, los deseos y las expectativas que podría tener esa persona".

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