sábado, 22 de enero de 2011

zeropolitanos


EL NACIONAL - Lunes 17 de Enero de 2011 Opinión/7
Libros: Bruce Bégout
NELSON RIVERA

Ha tenido que producir una escritura que pudiera soportar, sin desvanecerse, el brillo de su objeto. Que pudiese alumbrar la incalculable luminosidad de Las Vegas. Introducirse en el espacio eléctrico, parpadeante y ruidoso de la ciudad del juego. Una escritura que, como la linterna de un explorador, hiciera posible avanzar, no ya en un bosque durante la noche, sino en la urbe fantasmagórica, prepotente y eléctrica que es Las Vegas.

Bruce Bégout (1967) es un filósofo francés, estudioso de Husserl. Su interés por el fenómeno del consumismo lo ha conducido a la ciudad fundada en el desierto del Mojave: "La ciudad del juego lo hace todo a lo grande.

Quiere ser enorme y sin límites. La más tenue de nuestras experiencias cotidianas recibe en Nevada una traducción aumentada y amplificada. Pero no se trata más que de una diferencia de escala, no de naturaleza. Al margen de lo que puedan pensar las masas de turistas que inundan la ciudad a lo largo del año, la lógica mercantil e infantil que gobierna la ciudad con mano de hierro no es extra-ordinaria sino, antes bien, hiper-ordinaria. Las Vegas dibuja en un cuadro de mayores dimensiones nuestros gestos más triviales: jugar, comer, consumir, divertirse".

Diecisiete breves ensayos, articulados entre sí, se congregan en Zerópolis (Editorial Anagrama, España, 2007). La tesis de lo hiper-ordinario se funda en la experiencia: Las Vegas es la condensación desproporcionada de elementos que todos conocemos: neones infatigables, representaciones comerciales, despliegues arquitectónicos que escapan de la arquitectura, espectáculos eléctricos que rinden pleitesía a su propia excentricidad. De cierto modo, en sus deseos, muchas ciudades aspiran a "eso" que reina en Las Vegas. Todo centro comercial es una pantalla en la que se refleja esa luz de los placeres y el movimiento consumista insaciable.

Dice el pensador: Las Vegas se opone, con alegre brutalidad, a todo empeño por trascender, a toda la pompa cultural, social y estética que envuelve los hechos y gestos de los hombres. Las Vegas es la mofa, la carcajada que convierte toda realidad en escarnio. Sin preocuparse por la historia, tritura cualquier evento humano en un quimo electroquímico y paródico que no deja absolutamente nada intacto. Al hacerlo, revela la escena primitiva de la sociedad: la imposibilidad de creer en la realidad del otro.

Aire acondicionado y electricidad en numerosos formatos: tal es el fundamento de la urbanidad psicotrópica de Las Vegas. Devenida en fantasía pura, en plena ausencia de memoria, ella es la expresión de nuestra profunda indigencia cultural. La afirmación de que "todo es una inmensa y grotesca farsa".

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