miércoles, 26 de enero de 2011

pito-reos


EL NACIONAL, Caracas, 17 de Mayo de 1998 / PAPEL LITERARIO
Retrato en familia
Jesus Sanoja Hernandez

Cecilia, una de sus hermanas, publicó en 1970 el libro Bajo la tiranía, donde se mezclan biografía familiar y biografía del gomecismo, estableciendo el contraste entre lo que es la lucha por la libertad y lo que representa el régimen que la ahoga. Como grupo familiar, los Pimentel encarnaron la Venezuela creadora, rebelde y ética. El Jobo, además, asumió esos valores con una valentía donde el humorismo, que manejaba como pocos en Latinoamérica, nunca cedió un palmo.

Fue la misma Cecilia quien años antes escribió el prólogo a las Obras completas, ayudada en la tarea investigativa por la viuda de Job Pim, doña María Luisa Vegas, promotora de la idea de recopilar cuanto hubiese en viejos periódicos y revistas y que no estuviera ya guardado en el archivo o biblioteca de la familia. Esa introducción constituye una importante fuente de información para entender lo que fue la vida del Jobo: su actividad literaria, su pasión periodística, sus tres, y no cortas, prisiones, así como las de sus hermanos, el sentimiento profundo del hogar, la solidaridad con los humillados y ofendidos. El Jobo (como los suyos) afrontó todas las desgracias bajo la tiranía sin apelar al apóstrofe y al panfleto. A diferencia de Pocaterra, cuyo estilo y actitud eran opuestos, el Jobo tomó aquello con humor impar, dentro del tono de sus "agudos" y sus "pitorreos", o con dramatismo dulcificado, sin vehemencia ni fogosidades.

Graves y agudos fue reunido en volumen, en 1940, poco antes de su muerte, e incluido un decenio más tarde en la antología que editó el Ministerio de Educación. Pero aquel que tenga la fortuna de conseguir un ejemplar de las Obras completas, cuyas 1290 páginas se abren, precisamente, con ese poemario, logrará tener una mejor idea de lo que representó Job Pim en la literatura y el periodismo de nuestro país. Me atrevería a afirmar que allí se encuentra casi todo lo que acaeció en Venezuela (y muchísimo de lo acaecido en el mundo) entre 1911, cuando comenzó a publicar sus Pitorreos, y 1942, que fue el año de su muerte.

En la hora final Andrés Eloy Blanco y Miguel Otero Silva lo despidieron con poemas donde el tono "grave" se contaminaba de "agudos" que hubiesen sido de su agrado. Aquiles Nazoa lo enalteció en admirable selección Los humoristas de Caracas. Picón Salas recordó cómo él había hecho "la burla de todo lo solemne y falso del folklore nacional, y de la más expresiva lengua vernácula, los símbolos e imágenes de su tragicomedia".

En el cuarto tomo de su acuciosa indagación sobre el humorismo venezolano en verso, Efraín Subero cedió a Francisco Villalba Pimentel, sobrino de Job Pim, la presentación del "Jobo triste y jobial", quien acudió, entre otros, a la opinión de un monstruo del humorismo, por un lado, y por el opuesto, a la del poeta más venerado en estos tiempos por la generación desacralizadora. A la de Leoncio Martínez, Leo, y a la de Ramos Sucre, el solitario.

Decía Leo que Job Pim constituía un caso insólito de fertilidad en un medio árido. Y decía Ramos Sucre que era "la más grande inteligencia" que había dado Venezuela "en los últimos años".

Como Job Pim, su amigo Leo, el de Fantoches, y antes el de Pitorreos, fue cliente seguro de La Rotunda. Ambas publicaciones fueron acosadas por el tirano, pero ninguno de los dos se acobardó. Más fuerte resultó, es verdad, el golpe para el Jobo, porque el impacto alcanzó al ámbito familiar. Su hermano Luis Rafael había sido gestor, desde el campo de la juventud militar, del movimiento que en enero de 1919 planeaba derribar a Gómez, y en el que figuraban universitarios como Gustavo Machado y Salvador de la Plaza, e intelectuales como Pocaterra (que fue injusto con el Jobo). Entre la prisión de Luis Rafael y la suya sólo hubo cuatro días de diferencia. Pero nunca hubo diferencia entre su actitud, la del capitán de artillería y la del resto de la familia.

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