lunes, 24 de enero de 2011

literatura y televisión: varias veces castro


EL NACIONAL - Lunes 24 de Enero de 2011 Cultura/4
El foro del lunes
CRISTINA POLICASTRO La novelista cree que cualquier prohibición gubernamental es contraproducente
La autora de Que el cielo me explique, la última producción dramática de RCTV Internacional, que no pudo salir en pantalla, considera que hay formas de evadir la censura: "Existe la posibilidad de tomarla como un reto para seguir diciendo, pero de otra manera"
«Un escritor puede ser todo, menos inocuo»
ANDREÍNA MARTÍNEZ S.

Con la reciente aprobación de la reforma de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (que ahora incluye los medios electrónicos), los comunicólogos y especialistas del área en el país han alertado a la población sobre las posibles consecuencias que podría traer esa legislación, relacionada con la Ley de Telecomunicaciones.

El principal peligro, a juicio de los investigadores, es el estrechamiento del cerco a la libertad de expresión. Por ejemplo, consideran que hay una alta posibilidad de que creativos y escritores de la televisión se autocensuren ante las duras sanciones que impone el Estado a los emisores de ciertos contenidos.

Cristina Policastro, escritora responsable de novelas como La dama del segundo piso y que trabajó como parte del equipo de libretistas del dramático Señora de José Ignacio Cabrujas, ha sufrido los efectos de las decisiones gubernamentales. Los sintió con la salida definitiva del aire de RCTV Internacional.

El día 24 de enero de 2010 el canal estaba a punto de estrenar la telenovela de su autoría Que el cielo me explique.

Exactamente un año después, los venezolanos aún no han podido ver la historia protagonizada por Marianela González y Carlos Felipe Álvarez.

Una puerta, al parecer, se abre para la producción: Televen prometió, en la preventa, transmitirla este año.

--¿Coincide con los comunicólogos en que el aspecto más grave de la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos es la autocensura que puede generar en los creativos? --La autocensura puede ser algo terrible, o no... A veces lo maligno resulta motivo de profundización y termina por cambiar de signo. Me explico: la autocensura puede adoptarse como señal de sometimiento. El sometido prefiere contenerse o retroceder. Se paraliza. Y queda fuera del juego. Pero esa no es la única opción. Existe la posibilidad de tomar la autocensura como un reto para seguir diciendo, pero de otra manera.

Y en ese caso cabe preguntarse: ¿cómo transmitir tu visión del mundo sin ser grueso, directo o demasiado frontal? Los tres adjetivos anteriores están reñidos con el trabajo verdaderamente artístico. Por ende, la autocensura puede llevarte a buscar mejores formas de decir o incidir en la sociedad.

--¿Aceptaría usted presiones de futuros empleadores? --Mi generación nació y creció en democracia. Estamos acostumbrados a decirlo todo, lo que en muchísimas ocasiones termina por ser un hablar vacío y excesivo. Por eso se dice que uno de nuestros deportes nacionales es hablar paja. La palabra dicha se difumina en el aire y no tiene consecuencias. Eso es muy sabroso, pero también bastante inocuo, si de palabra se trata. Y un escritor puede ser todo, menos inocuo.

--¿Cómo afectará la ley a los ciudadanos? Pareciera que los televidentes perdieron la capacidad de elegir qué ver.

--Lo que se pierde no desaparece. En algún lugar tiene que estar. Tal vez va a dar por un tiempo a algún agujero negro, pero se puede recuperar. ¿Cuál es el requisito abracadabra? La transformación.

¡De eso se trata! Aunque estudié carreras humanísticas, no se me olvida esta ley de la química: "La energía no se crea ni se pierde, tan sólo se transforma".

--En la nueva ley hay un énfasis especial en sancionar aquellos medios que transmitan mensajes que promuevan el odio, la apología al delito... ¿Cómo determinar qué contenidos realmente atentan contra la salud mental de los espectadores en una telenovela, por ejemplo? --Ese es un tema que tiene demasiadas aristas y elementos a considerar como para ser respondido en pocas líneas. Yo creo mucho, mejor dicho, muchísimo, en la responsabilidad de quienes hacemos televisión, porque, dado que nos dirigimos a un público masivo, nuestra palabra puede llegar a ser un arma letal, no sólo para el individuo sino también para una sociedad, en caso de convertirse en fenómeno de altísima audiencia. Pero no estoy de acuerdo con el hecho de que sea el Estado quien decida qué sí y qué no. Debe importar es la sólida formación profesional de quienes escribimos o tomamos decisiones dentro de un canal de televisión. Y que sea la ética profesional la que nos preceda.

--Con los cambios incluidos en la ley, ¿serán las telenovelas y producciones venezolanas más pacatas? --No sé si más pacatas, pero seguramente mejor pensadas. Y, como siempre y en todo: habrá buenas y malas telenovelas.

--¿Estaría dispuesta a realizar ese tipo de concesión en su trabajo? --Quien trabaja en televisión entiende que se trata siempre de una labor de equipo. Sólo la prepotencia llevaría a un escritor de este oficio a decir que nada ni nadie le pone límites. Hay que adecuarse a los presupuestos y posibilidades de cada proyecto. Pero no a la pacatería. ¡Eso nunca! --¿De qué temas se inhibiría de escribir? --De ninguno. Daría vueltas hasta encontrar la manera de decir... Y júralo que existe, pero habrá que esforzarse más en encontrarla.

--En los últimos meses, Conatel ha ordenado sacar del aire las "narconovelas" El ca- po y Rosario Tijeras, la telenovela Chepe Fortuna y los programas Doce Corazones, ¿Quién Tiene la Razón? y Ca- so Cerrado. Según el organismo, que recibió quejas de un comité de usuarios, esos espacios emitían contenidos que incitaban a la violencia, el narcotráfico, la prostitución y la xenofobia. ¿Se puede justificar la medida? --Si el "comité de usuarios" que presentó esas quejas ante Conatel estuviera integrado por un grupo amplio y representativo de todos los sectores de la sociedad venezolana, yo sí lo tomaría en cuenta. No se puede ser sordo a un pedido legítimo y democrático. Pero cualquier prohibición resulta contraproducente. Quien prohíbe se expone a despertar el encanto de lo prohibido.

-- ¿Por qué no usar los temas del dramático para generar un debate público, como ha ocurrido en Colombia, por ejemplo? --Eso sería maravilloso. Sería como recuperar un poco el ágora griega o el foro romano. Sin embargo, vivimos una época con los "tamaños" algo distorsionados. La televisión muestra a diario debates insignificantes sobre temas muy menores, como por ejemplo: "tú me quitaste a mi marido" o "eres una ladrona, que le quiere sacar dinero a mi padre", que son los presentados en talk shows como los de Laura en América. No es esa la televisión que deseo o respeto. Quisiera debatir sobre contenidos. Pero no me corresponde a mí decidir o sentenciar. Afortunadamente sé apagar el aparato o cambiar de canal.

--Ante la nueva legislación, ¿cuál debería ser la labor de los escritores? --Si la libertad, como concepto y convicción, está dentro de ti, nadie puede arrebatártela. No importa cuántas trabas de censura te pongan por delante. Es el mismo sentido del poema de Kavafis sobre la ciudad: "No importa cuánto te alejes de ella. La ciudad te seguirá adonde quiera que vayas". Los valores son intrínsecos, no son desechables. Van con uno por la vida, y son indisociables de nuestra visión del mundo.


Fotografía: Henry Delgado

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