domingo, 26 de diciembre de 2010

venezuela políticamente decembrina



EL NACIONAL, Caracas, 20 de Diciembre de 1996
Historia contada en diciembre
JEUS SANOJA HERNANDEZ


Los diciembre de la democracia representativa, iniciados en 1958, año de la Junta Patriótica, de la Unidad Nacional (rota, es verdad, por Punto Fijo) y de la defensa de la constitucionalidad, ¨qué más podía pedirse?, se iniciaron con ``los libérrimos comicios del 7 de diciembre''. AD renació entonces de sus cenizas con los líderes históricos: el autoritario Betancourt, el silencioso Leoni, el bizantino Barrios, el maestro Prieto. Caldera perdió el rumbo de Miraflores por segunda vez. No importaba: tenía apenas 42 años.

URD protestó en las calles de Caracas, no obstante que, por Punto Fijo y tras reuniones de los dirigentes pactistas, le correspondería un tercio del gabinete y las gobernaciones. La izquierda de AD, acusada por el aprista Towsend Ezcurra de la catástrofe en Caracas, se defendería, con Domingo Alberto polémico, señalando como culpable al lumpenproletariado. La lumpenburguesía puesta de moda más tarde por Gunder Frank no había asomado aún la cabeza. Fueron, de todos modos, aquéllas de 1958, pascuas felices, en espera de un próspero año nuevo.

Un quinquenio más tarde, AD, sin pacto previo, ganó otra vez con un hombre del 28. Leoni, dicen los que saben, fue negociado por Betancourt con el Buró Sindical, que todavía no había fabricado la caja chica del Banco de los Trabajadores ni se había unido en concubinato con el sindicalismo copeyano, pese a la expulsión de los ñángaras de la Cutv. Betancourt, siempre según versión de los sabihondos, sacrificó entonces al delfín Pérez, al ayatola petrolero Pérez Alfonzo y al impaciente Prieto, a quien se le prometió turno para 1968.

En diciembre de 1963, las Faln decretaron ``tregua unilateral'' en la guerra a muerte, pero el gobierno entrante comenzó a darles duro, con la militarización de la justicia, los TO, la prisión de parlamentarios, las hermosas lecciones de la Escuela de las Américas, y así hasta llegar a diciembre de 1968, cuando los restos del PCV se agruparon en UPA, mientras el MIR decía que no y no al cese de la lucha armada. Llegó Caldera, en felices pascuas copeyanas, y el bipartidismo registró patente en la historia democrática.

En diciembre AD parió por tercera vez. El MEP, bebé robusto, creció enclenque, y al lustro, en diciembre de 1973, hubo de ser llevado a la sala de emergencia, junto con toda la izquierda, todo el centro, fuese a la diestra o a la siniestra, y todos los que ya balbuceaban la tesis del antipartidismo. Aquellas navidades fueron bautizadas por los adecólogos, entonces dueños de la historia como ``las blancas navidades''. Los apóstoles, eso se creyó, eran apenas doce, acaso porque no había aparecido Recadi ni la banca había prosperado tanto como para hacer ­ boom ! y largarse en búsqueda de nuevos horizontes. Patria detestable la nuestra, que así expulsaba a tan excelentes hijos.

Con Luis, refranero, astuto e inteligente, Copei tornó al poder. La herencia legada por CAP era tormenta difícil de capear: por un lado, la pródiga Venezuela saudita que le prestaba bolívares duros (o dólares) al Banco Mundial; por el otro, la Venezuela hipotecada. Aquel diciembre estalló la euforia entre los socialcristianos. El triunfo del partido resultaría aún más estruendoso en las municipales de junio del 79, año en que los ingresos siguieron cielo arriba, hasta alcanzar la cumbre en diciembre de 1981. Luis anunció bono alimentario, ``un marrón'' que se quedó en veremos tras la crisis fiscal y petrolera. Vino así febrero de 1983, con la devaluación que ustedes recordarán, porque se dijo, y no se mentía, que partiría la historia de Venezuela en dos.

El que era como tú arribó en diciembre de 1983 y un quinquenio después, diciembre de 1988. Vería ascender de nuevo a Pérez, experto en derrotar a cuanto Fernández copeyano se le atravesara. Nunca el bipartidismo había alcanzado tan alta votación presidencial (más del 96 por ciento) como entonces. Pérez no cabía de gozo, y como era tan popular, ­qué diablos le importaba imponer el plan de ajustes de los muchachos del Iesa!

Cuento que se cuenta y no se cree, diciembre de 1993 no encontró a Pérez en el poder y sí, en cambio, a quien ya le habían asignado puesto en el cementerio. Y aquí está, navidades de 1996, como si nada, en tanto José Bernardo (``el astrólogo enano de lenguas barbas'') espera un milagro que difícilmente se lo concederá Santa Lucía. Entre diciembre de 1958 y el que ahora agoniza, el balance es claro: del apogeo de los partidos al desprestigio de la partidocracia, de Punto Fijo a la Agenda Venezuela y del 3,35 al 473 por dólar.

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