domingo, 26 de diciembre de 2010

pérez











Del inevitable contraste
Luis Barragán


Inevitable, Carlos Andrés Pérez constituye una expresión relevante de la Venezuela contemporánea. Jamás le respaldamos para que volviese a la presidencia de la República, contribuyendo al empuje electoral de una distinta fórmula por 1988. Sin embargo, también inevitable baremo de nuestros dramas, Hugo Chávez Frías le queda muy distante.

Hubiésemos querido obtener un retrato más objetivo, inmediato y detallado como el que seguramente reseñaría Jesús Sanoja Hernández. Tenemos fresca la impresión que deja el reciente libro de Mirtha Rivero, revisamos aquellos dos volúmenes que le hizo Alfredo Peña, sin empezar todavía el grueso tomo de Agustín Blanco Múñoz.

Por lo pronto, bastará recordar para la necesarísima comparación que Pérez tuvo el coraje de renunciar a la jefatura del Estado como nunca lo tendrá Chávez, incluyendo el de enfrentar un proceso judicial y el de quedarse preso en El Junquito y La Ahumada, sin huir cobardamente. Hay quienes lo denostaron y hasta lanzaron literalmente un escupitazo para después ingresar a su gabinete, por cierto, incomparablemente superior al actual en términos políticos, morales y de competencia profesional, mientras que la menor disidencia con el otro significa una sepultura en vida, siendo más de un centenar los ministros que ha nombrado y que raras veces pueden hablarle, pues ni la Cuenta atiende como debe ser.

Está el dato más evidente, como el tiempo del mandato de uno y el retardo del otro en Miraflores, o algún día cuantificaremos el que acumuló Pérez como interpelador e interpelado en el Congreso de la República, al lado de las intervenciones de Chávez en la Asamblea Nacional, enfermizo animador de reality-show, antes imitador de los pastores evangélicos, cuyas largas faenas verbales tampoco alcanzan a aquél en el orden de la claridad y de las precisiones.

Acaso, el más atrevido dirá que el antiguo viceministro y ministro de Relaciones Interiores o presidente y expresidente de la República siempre tuvo un atentado tras de sí, sin ese quejumbroso y circense bullicio del otro. Apenas, muchas décadas después, refiere a uno muy especifico a Ramón Hernández y Roberto Giusti – su jefe de prensa en el segundo mandato, antes de irse como agregado a Moscú – proveniente de la ingrata Cuba de Castro que ayudó a reinsertar en la comunidad internacional.

Quizá cabe recordar la tolerancia frente a los cacerolazos recibidos, mientras el otro los teme y reforma nada más y nada menos que el Código Penal para tratar de evitarlos. Por no citar la superior y más absoluta impunidad actual de la corrupción administrativa o las habilitaciones legislativas que, es necesario reconocer, dejan en pañales la gestión de Pérez.

Descanse en paz.

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/6746-del-inevitable-contraste
http://www.noticierodigital.com/2010/12/perez/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=723062

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