martes, 28 de diciembre de 2010

la razón (des) armada


EL NACIONAL - Martes 28 de Diciembre de 2010 Opinión/6
A Tres Manos
Miradas múltiples para el diálogo

La razón en la historia
EDUARDO VÁSQUEZ*


No es casual que la época de la razón comienza con la Ilustración y alcanza logros definitivos con la Revolución americana y la francesa.

El cristianismo, desde sus inicios, había sostenido que todos los hombres son iguales ante Dios, pero la razón trasladó esa igualdad a la Tierra.

Son iguales porque todos están dotados de razón y por eso poseen derechos que nada ni nadie puede arrebatarles. Por ser racionales, todos pueden decidir por sí mismos y tienen el derecho de escoger su vida y su profesión, y actuar según lo que les aconseje su razón y su conciencia. Los niños deben ser educados, no con castigos corporales sino por la razón, y se les debe enseñar a distinguir entre lo bueno y lo malo.

Los criminales, aunque hayan errado, son personas y se debe tratar de mejorarlos. La tortura debe ser prohibida y también marcar con hierros candentes en la frente o en la mejilla para que todos sepan que es un criminal. Que los hombres tienen una dignidad que prohíbe que se burlen de ellos públicamente.

La razón proclamó la autonomía de los seres humanos. Concibió los derechos del hombre y del ciudadano como una valla al poder del Gobierno y, no como creyó Marx, para proteger el derecho del egoísmo de la burguesía. Autonomía del hombre, instituciones para proteger su autonomía o libertad, protección para sus creencias. Fue a esta etapa de la historia la que Kant llamó la época de la mayoría de edad de los hombres.

Kant y Hegel son los filósofos que expresan en sus ideas esa época. Por eso fueron excluidos por los filósofos nazis, ya que según ellos ambos filósofos no pertenecían a la tradición alemana.

Carl Schmitt, el más importante de los pensadores nazis, escribió que "el día que Hitler tomó el poder Hegel, por decirlo así, murió". Lo que proclamaba Schmitt no era la muerte de Hegel, sino la de la razón, la cual era, esencialmente, una filosofía de la libertad presente y desarrollada en los países europeos, pues, según Hegel, "la filosofía es el tiempo aprehendido en el pensamiento". Todos los que proclaman la muerte de la razón se ubican en gobiernos que se esfuerzan en poner término a las conquistas de la razón. La señora Luisa Stella Morales se pronuncia contra la división de poderes, pues esta pone límites a la voluntad de poder.

Rigoberto Lanz enuncia que la investigación científica autónoma es incompatible con el Estado, que es el que debe decidir cuáles son las investigaciones "pertinentes". ¿Qué entiende Rigoberto Lanz por razón? Nunca hay una definición, ni siquiera una descripción. No falta en Hegel una descripción de lo que él entiende por razón.

* USB

Distinguido profesor: Por lo menos un punto puedo precisar en este momento: hay una confusión originada en el corte de la entrevista de El Nacional que da lugar a esta polémica; yo he planteado expresamente una distinción fundamental entre la investigación académica hecha en las universidades y la investigación que el propio Gobierno hace a través de sus organismos especializados. De estos últimos hay más de 30 instituciones que deben responder claramente a los requerimientos del Gobierno, a sus necesidades, a sus políticas públicas.

Esto no tiene nada que ver con la investigación académica que se desarrolla en la universidad; allí el Gobierno no tiene por qué involucrarse, como tampoco el rector, los decanos o cualquier autoridad local. Yo defiendo ­desde hace 40 años­ el derecho de investigar lo que me dé la gana, sin rendirle cuentas a nadie, sin estar pendiente de la necedad de lo "útil" que puede ser mi trabajo. Desde luego, si mi lugar de investigación fuese el INIA es bastante probable que hace rato me hubiesen despedido: sencillamente porque el mejoramiento de semillas o el control biológico de plagas no son mi fuerte epistemológico.

La pertinencia de la investigación en los organismos específicos del Gobierno debería estar clarísima. De ese modo nadie se equivoca a la hora de elegir su lugar de trabajo. Por lo menos puedo decirles que en estas cuatro décadas nunca me equivoqué de lugar.

R. Lanz

Ilustración: Zapata (El Nacional, Caracas, 27/12/10)

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