sábado, 20 de noviembre de 2010

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EL NACIONAL - Sábado 20 de Noviembre de 2010 Papel Literario/3
Del viaje de la mujer
JOSÉ ANTONIO PARRA

Lances, lunares y luces es la representación del viaje de la mujer a través de su experiencia vital. El artificio de esta novela se basa en la recreación de la iniciación en los misterios de lo femenino.

El propósito de un cuerpo ficcional es la inauguración de un mundo otro, alterno al que viven el creador y el lector en su cotidianidad.

No obstante entre ambos mundos, el real y el de la ficción, existen multiplicidad de canales semióticos.

Uno de los aspectos mejor tramados de esta pieza está precisamente en estos canales de significado, en las analogías que se dan entre la obra de Helena Arellano Mayz y el teatrum mundis, no tanto como relaciones de causa y efecto, sino en tanto a la simultaneidad de eventos. Puedo decir que me causó grata sorpresa, mientras leía el texto, toparme "por azar" con un emblema que decía "Lucía" entre los signos de la urbe y que coincidía con el nombre de la protagonista de Arellano Mayz. También resultó sorprendente escuchar a una poeta --el mismo día que escribía esto y en circunstancias igualmente fortuitas-- dedicar un texto a Dionisos, cuando la construcción de Lances, lunares y luces es una puesta en escena de la epifanía del dios. Estas "coincidencias" son siempre signos de que estamos ante una obra bien desenvuelta.

De las primeras cosas que se aprecian en la novela es la bienvenida al lector a través de una rítmica en la que el tiempo padece una elasticidad retardada y que se disuelve en la imagen atemporal. Las atmósferas son cálidas, casi cinematográficas y el gancho inicial está en la trama doble con la que la escritora narra simultáneamente la historia de Lucia y la vivencia metaficcional con su perro --"su verdadero amor".

Casi de entrada se plantea el vínculo literalmente erótico con la fiesta taurina. En ello me atrevo a decir que la narradora reconoce su propia faceta de bacante, su vinculación extática con el despedazamiento en tanto ritual. Más allá del discurso narrativo, Arellano Mayz pone en evidencia su propia preocupación existencial en frases de gran densidad "ante la crueldad del juicio de la plaza y el peligro de enfrentar solos a la muerte, la última metamorfosis". De igual manera, uno en tanto lector se topa con sutilezas estéticas que están colocadas "trivialmente" en la pieza como su apreciación del perfume que "es una mentira que dice la verdad".

Pienso en las muchas analogías, en lo referido a la imagen, que existen en este texto y en tópicos de la obra de Jean Cocteau; como son el mito de La bella y la bestia y la puesta en escena de lo dionisiaco tanto en esta novela, así como en escenas del Testamento de Orfeo del cineasta y poeta francés. Mayz Arellano señala abiertamente al mito y sus imágenes son de gran vehemencia, casi aforísticas cuando muestran, por ejemplo, al "hombre sobrenatural con la guitarra".

Con un lenguaje ágil y ligero, la autora narra la vida de Lucía a través de sus romances; a través de la vivencia con tres toreros, que personifican al Cordobés, a Sebastián y a Luis Miguel, con quienes experimentó diversas facetas del amor en diferentes edades y con quienes recrea el mito de La bella y la bestia, así como su metamorfosis de Kore a Perséfone. Esta vivencia plantea un cierto nivel intimista en la aproximación de la autora a la piel.

De sus tres maridos venezolanos, los primeros dos son producto de reacciones poco reflexivas de la protagonista ante sus circunstancias. Decisiones apresuradas basadas en el "qué dirán". Así termina en un par de bodas "suicidas" con un drogo y un tipo muy poco "definido". Finalmente con Dámaso, su tercer marido, suerte de "dandy creole", alcanza la totalidad, la visión madura de la vida.

El hilo narrativo, sin embargo, atrapa cada vez más al lector por la potencia de anécdotas muy bien construidas. Con el paso de la historia el tiempo se hiperboliza, los años, al igual que ocurre con el fenómeno de la vida, pasan progresivamente más rápidos.

Aquí se observa otro de los aspectos que dan a esta obra gran nivel de verosimilitud en lo referido a la percepción de la temporalidad, en donde se le da mucho énfasis a la representación de los territorios insólitos del devenir. En esta escritora hay un denso conocimiento del viaje.

Absolutamente circular, el final de Lances, lunares y luces inaugura nuevos orígenes, da lugar a nueva vida desde la subjetiva de la mujer. En la resolución de la trama queda el lector con deseos de saber más, con ganas de inscribirse en la rueda que genera otra vida. En tanto espectadora de su propia vivencia, esta pieza es para Helena Arellano Mayz el punto de partida del viaje que vendrá.

Ilustración: escena del film "Boves" de Luis Alberto Lamata, según Nelson Castro (El Nacional, Caracas, 20/11/10)

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