lunes, 8 de noviembre de 2010

Dios de vivos


NOTITARDE, Valencia, 7 de Noviembre de 2010
"Dios no es un dios de muertos…" (Lc. 20,27-38)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez

El evangelio de este domingo nos presenta a los saduceos preguntando a Jesús acerca de la resurrección (ellos no creían en este aspecto a diferencia de los fariseos que si profesaban esta creencia) y le presentan un caso donde buscan ridiculizar a Jesús con dicho tema. Jesús afirma categóricamente el tema de la resurrección de los muertos citando a Moisés: "Hasta el mismo Moisés en el pasaje de la zarza que ardía, nos hace saber que los muertos resucitan. Allí dice que el Señor es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos". Los saduceos le presentan realmente un caso ridículo y falto de lógica a Jesús; sin embargo, Él descubriendo su ironía y sabiendo que negaban la resurrección les afirma que el Dios de los cristianos, el Dios que Él hace presente es un Dios que da vida y propone la vida eterna, la vida que no se acaba; la inmortalidad del ser humano. Por tanto, la muerte física, natural, no es la última palabra sobre el ser humano, no se acaba todo con la muerte; hay vida después de esta vida y una vida que no tendrá fin. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, lleva dentro de sí un grito de inmortalidad, está llamado por Dios a la vida, a la existencia y aunque pase por la muerte física; sin embargo, no termina su existencia, sino que adquiere una nueva dimensión, una transformación que se da con la resurrección.
En el credo que los cristianos católicos profesamos solemnemente todos los domingos, manifestamos nuestra creencia en la resurrección de los muertos, afirmamos que el ser humano único e irrepetible no vive una serie de transformaciones que acaban con su identidad (reencarnación), sino que al morir su cuerpo (toda la persona en la mentalidad bíblica y la fe cristiana) se transforma y adquiere una dimensión nueva y es capaz de entrar a gozar de la presencia de Dios (cara a cara) por toda la eternidad. Como dice Jesús, los que resucitan "ya no pueden morir, son como ángeles, son hijos de Dios, porque participan en la resurrección". En el más allá quedará a un lado o será algo secundario los afectos o la vida sexual, ya que algo más importante llenará la vida de los seres humanos y es Dios con todo su amor y su presencia gloriosa que podremos contemplar tal cual es. Ante esta realidad todo lo demás pasa a un segundo lugar; ya que se llega al la plenitud del gozo, del placer, de lo auténticamente gratificante, lo que colma la vida del ser humano.
Dios corrobora la vida y la resurrección en la propia existencia de Jesús que padeció, murió y resucitó y con lo cual nos garantiza nuestra propia resurrección e inmortalidad. Jesucristo es la garantía de Dios para el hombre, Él nos señala nuestro destino final que es la vida sin fin. Por tanto, el hombre no es un ser para la muerte o una pasión inútil, como lo afirmaba el filósofo existencialista Jean Paul Sastre. La máxima aspiración del ser humano es la inmortalidad. Como afirmaba San Agustín de Hipona: "No hiciste Señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti" o como afirmaba Santo Tomás de Aquino que el destino del hombre es la visión beatífica; es decir, contemplar a Dios cara a cara o como lo afirma San Pablo: "Si Cristo no ha resucitado la fe de ustedes no tiene sentido". (1Cor.15,17-ss). Los cristianos creemos en un Dios que es vida y da vida y no una vida perecedera, sino eterna. Si el cristiano está unido a Cristo con una muerte como la suya, también estará unido a Él con una resurrección como la suya. (Rm.6,5).
Creer en la resurrección es apostar por la vida, por la esperanza, por el optimismo. Así necesita vivir siempre el cristiano; a pesar de las dificultades y vicisitudes del camino; a pesar, que como cualquier otro ser humano experimente momentos difíciles y que se tope con la muerte de seres queridos; pero lo sostiene la esperanza de la feliz resurrección, de la futura inmortalidad. El cristiano está llamado a vivir en plenitud la vida, los valores más altos, la radicalidad del amor, que lo prepare a la vida que no termina y que Dios nos promete en su Palabra.
IDA Y RETORNO: El próximo sábado 13 de noviembre celebraremos la solemnidad de Nuestra Señora del Socorro, patrona de Valencia, de todo Carabobo y de nuestro Seminario. Celebraremos 100 años de la coronación canónica de su imagen, la primera realizada en Venezuela. Asistamos a la misa solemne que celebraremos en la Plaza de Toros a las 10:00 am y será presidida por Mons. Reinaldo Del Prette y concelebrada con el Cardenal Urosa, obispos del país y sacerdotes de la arquidiócesis; que sea una ocasión para profesar nuestro amor a la Madre de Dios y hacer que en Carabobo, en toda Valencia crezca, cada vez más, la devoción a María en esta advocación tan nuestra. Que Dios bendiga a todos los que han aportado su granito de arena para que estas fiestas y la novena que estamos realizando sea un éxito.
El próximo domingo hablaré un poco y responderé algunas preguntas que me han hecho acerca de la santería y qué debemos hacer los cristianos ante ella.

Ilustración: http://mx.ioffer.com/c/1000399?default_total_count=1633&page=32&search_category=Paintings-1000399
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NOTITARDE, Valencia, 7 de Noviembre de 2010
"Dios no es un dios de muertos…" (Lc. 20,27-38)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez

El evangelio de este domingo nos presenta a los saduceos preguntando a Jesús acerca de la resurrección (ellos no creían en este aspecto a diferencia de los fariseos que si profesaban esta creencia) y le presentan un caso donde buscan ridiculizar a Jesús con dicho tema. Jesús afirma categóricamente el tema de la resurrección de los muertos citando a Moisés: "Hasta el mismo Moisés en el pasaje de la zarza que ardía, nos hace saber que los muertos resucitan. Allí dice que el Señor es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos". Los saduceos le presentan realmente un caso ridículo y falto de lógica a Jesús; sin embargo, Él descubriendo su ironía y sabiendo que negaban la resurrección les afirma que el Dios de los cristianos, el Dios que Él hace presente es un Dios que da vida y propone la vida eterna, la vida que no se acaba; la inmortalidad del ser humano. Por tanto, la muerte física, natural, no es la última palabra sobre el ser humano, no se acaba todo con la muerte; hay vida después de esta vida y una vida que no tendrá fin. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, lleva dentro de sí un grito de inmortalidad, está llamado por Dios a la vida, a la existencia y aunque pase por la muerte física; sin embargo, no termina su existencia, sino que adquiere una nueva dimensión, una transformación que se da con la resurrección.
En el credo que los cristianos católicos profesamos solemnemente todos los domingos, manifestamos nuestra creencia en la resurrección de los muertos, afirmamos que el ser humano único e irrepetible no vive una serie de transformaciones que acaban con su identidad (reencarnación), sino que al morir su cuerpo (toda la persona en la mentalidad bíblica y la fe cristiana) se transforma y adquiere una dimensión nueva y es capaz de entrar a gozar de la presencia de Dios (cara a cara) por toda la eternidad. Como dice Jesús, los que resucitan "ya no pueden morir, son como ángeles, son hijos de Dios, porque participan en la resurrección". En el más allá quedará a un lado o será algo secundario los afectos o la vida sexual, ya que algo más importante llenará la vida de los seres humanos y es Dios con todo su amor y su presencia gloriosa que podremos contemplar tal cual es. Ante esta realidad todo lo demás pasa a un segundo lugar; ya que se llega al la plenitud del gozo, del placer, de lo auténticamente gratificante, lo que colma la vida del ser humano.
Dios corrobora la vida y la resurrección en la propia existencia de Jesús que padeció, murió y resucitó y con lo cual nos garantiza nuestra propia resurrección e inmortalidad. Jesucristo es la garantía de Dios para el hombre, Él nos señala nuestro destino final que es la vida sin fin. Por tanto, el hombre no es un ser para la muerte o una pasión inútil, como lo afirmaba el filósofo existencialista Jean Paul Sastre. La máxima aspiración del ser humano es la inmortalidad. Como afirmaba San Agustín de Hipona: "No hiciste Señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti" o como afirmaba Santo Tomás de Aquino que el destino del hombre es la visión beatífica; es decir, contemplar a Dios cara a cara o como lo afirma San Pablo: "Si Cristo no ha resucitado la fe de ustedes no tiene sentido". (1Cor.15,17-ss). Los cristianos creemos en un Dios que es vida y da vida y no una vida perecedera, sino eterna. Si el cristiano está unido a Cristo con una muerte como la suya, también estará unido a Él con una resurrección como la suya. (Rm.6,5).
Creer en la resurrección es apostar por la vida, por la esperanza, por el optimismo. Así necesita vivir siempre el cristiano; a pesar de las dificultades y vicisitudes del camino; a pesar, que como cualquier otro ser humano experimente momentos difíciles y que se tope con la muerte de seres queridos; pero lo sostiene la esperanza de la feliz resurrección, de la futura inmortalidad. El cristiano está llamado a vivir en plenitud la vida, los valores más altos, la radicalidad del amor, que lo prepare a la vida que no termina y que Dios nos promete en su Palabra.
IDA Y RETORNO: El próximo sábado 13 de noviembre celebraremos la solemnidad de Nuestra Señora del Socorro, patrona de Valencia, de todo Carabobo y de nuestro Seminario. Celebraremos 100 años de la coronación canónica de su imagen, la primera realizada en Venezuela. Asistamos a la misa solemne que celebraremos en la Plaza de Toros a las 10:00 am y será presidida por Mons. Reinaldo Del Prette y concelebrada con el Cardenal Urosa, obispos del país y sacerdotes de la arquidiócesis; que sea una ocasión para profesar nuestro amor a la Madre de Dios y hacer que en Carabobo, en toda Valencia crezca, cada vez más, la devoción a María en esta advocación tan nuestra. Que Dios bendiga a todos los que han aportado su granito de arena para que estas fiestas y la novena que estamos realizando sea un éxito.
El próximo domingo hablaré un poco y responderé algunas preguntas que me han hecho acerca de la santería y qué debemos hacer los cristianos ante ella.

Ilustración: http://mx.ioffer.com/c/1000399?default_total_count=1633&page=32&search_category=Paintings-1000399

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