martes, 26 de octubre de 2010

proselitismo circense


Factura pendiente
Luis Barragán


Dato importante para la institucionalidad de los partidos en Venezuela, no se les entiende sin sedes físicas y adecuadas. El debate, la preocupación y gestión por los asuntos públicos, amerita de un domicilio frecuentado por todos los interesados, afiliados o no a la causa particular que sigan.

Las entidades de más vieja duración, regaron el país de casas. Unas más modestas que otras, los inmuebles hoy de costoso mantenimiento, sirvieron para las reuniones dirigenciales, encuentros vecinales, competencias alrededor de una económica mesa de ping-pong o ajedrez y hasta cursos de reparación, aunque los eventos de mayor calibre, audiencia y significación forzaba el alquiler de otros espacios más céntricos y cómodos.

A manera de ilustración, décadas atrás, los principales partidos del país dispusieron de sendas sedes nacionales, amplias y diversas, justificando – por cierto – los recursos que también les daba el Estado. No obstante, para los actos de extraordinaria importancia para la opinión pública, solían alquilar – principalmente – grandes salas de cine, quedando el aniversario fundacional para las agencias de festejos.

Recordemos, hubo referentes importantes, administrados por el Estado, a disposición de los interesados que pudieran sufragarlos. Los más llamativos y amplios, como la Sala Plenaria de Parque Central o El Poliedro de Caracas acogieron a miles de personas de los más diversos y contrastantes partidos, incluso, diferentes a la entidad que gobernaba, y – valga la acotación – la negación del espacio o la elevación de sus tarifas, comportaba un innecesario costo político por el escándalo, indignación o preocupación que pudiera ocasionar en la opinión pública.

Hoy asistimos a una distinta situación, pues, importando poco, el partido gobernante subestima la necesidad de disponer de sedes adecuadas y, a lo sumo, abre locales meramente logísticos que se hacen pasar por referentes para el foro. Públicamente reconocido, no les hace falta al privatizar las dependencias gubernamentales, convertidas en sitios para las reuniones más inverosímiles con la doble ventaja de perfeccionar sus afanes logísticos y contar con la nómina obligada del personal.

Peculado de uso, cuando el PSUV requiere de sitios para una mayor concentración física y mediática, dispone libre, exclusiva y unilateralmente de los inmuebles que pertenecen al Estado, negados – incluso – a los partidos y subpartidos aliados. El Teatro Teresa Carreño o El Poliedro de Caracas ejemplifican muy bien el caso, como si fuesen el patio de la casa de partido, donde se despliega todo el proselitismo posible, circense, ventajista, esquizoide.

Preocupa aún más que no haya tenido costo político alguno, ya acostumbrados a los abusos. Quizá no hay resignación de la ciudadanía toda que tributa, sino espera para pasar la factura pendiente de una literal deuda contraída por el uso de los espacios que pertenecen a todos.

Fuente: http://www.medios24.com/factura-pendiente.html
Ilustración: http://www.emilioprietorodriguez.com/VIDA%20Y%20OBRA/fotos/4_ep.jpg

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