jueves, 21 de octubre de 2010

mujer peligrosa


EL NACIONAL - DOMINGO 30 DE MAYO DE 1999 PAPEL LITERARIO
Confesiones de una periodista
Juan Cruz - El País

El libro de Maruja Torres Mujer en guerra (El País, Aguilar, 1999) es una de las historias más conmovedoras y vitales que se ha publicado en este país y en esta lengua en los últimos tiempos. Es un libro autobiográfico, pero también un libro coral, lleno de gente que entra y sale con la frecuencia insoslayable de las amistades perpetuas, pero también que entra en el libro para ser despachada en un plisplás, como diría la autora. Gente a la que la escritora no le tiene ninguna simpatía y gente a la que ama; al final, el lector comparte con ella simpatías y antipatías.

Mujer en guerra es un manual para entender y hacer ese periodismo, pues aquí Maruja se sitúa como la periodista solitaria que recibe el encargo de contar, va y lo cuenta y no le pregunta a nadie cómo ha de obtener los materiales que tiene que poner en orden para que el lector entienda mejor el drama del mundo; llora sobre la realidad, o se ríe, se compadece o maldice, y siempre nos implica. El libro es una explicación, literariamente brillante, apasionada, bienhumorada pero también melancólica, del periodista de siempre.

Es también una explicación de Maruja Torres, de su personalidad: una autobiografía. Pero aunque esa definición pueda llevar a la sensación de que estamos ante un texto egocéntrico, resulta que en Mujer en guerra hay la narración de un tiempo y de un país cuya herencia es hoy también ejemplo de lucha apasionada contra un catálogo maldito de adversidades. Para mucha gente, esté o no en el libro, la obra de Maruja Torres será una reivindicación de su aventura personal, y un relato de su propia soledad. Esa Maruja chisporroteante que habla con el Rey con un vaso de whisky en la cabeza y se sienta en la redacción poniendo las piernas sobre la máquina de escribir, es también una persona cuyo sentimiento íntimo y bien guardado de soledad surge en Mujer en guerra hasta constituir una confesión diluida pero siempre presente de su propia, conmovedora, y secreta personalidad. Torres ha edificado la personalidad de una escritora desgarrada e interior que se ha defendido con humor de la intemperie, de los masters que da la vida; aunque en el libro huya de la recreación de esas circunstancias, lo que trasluce al fin es una mirada diferente pero desolada y siempre perpleja con la que hace veraz todavía aquella frase de Ernesto Che Guevara: "hay que endurecerse, pero nunca perder la ternura".

No sólo es un libro para abrazar a la autora; es un libro para abrazar la vida. Los que crean que el periodismo está amenazado, como bien apunta Mario Vargas Llosa en el artículo con el que ha ganado el Premio Ortega, por el sensacionalismo y por la falta de respeto por lo que la realidad nos cuenta, tendrán que leer Mujer en guerra para recuperar la fe. Antes, cuando íbamos al cine y veíamos, por ejemplo, Solo ante el peligro, salíamos queriendo caminar como Gary Cooper; quien entre en esta obra saldrá queriendo haber estado en el periodismo como esta barcelonesa que ha dado una lección de vida creyendo que estaba escribiendo, simplemente, una autobiografía.

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