lunes, 11 de octubre de 2010

la polarización a rajatabla


EL NACIONAL - Lunes 11 de Octubre de 2010 Cultura/3
El foro del lunes
LUIS BRITTO GARCÍA El autor presentó la versión francesa de Rajatabla en Biarritz
El narrador, que no le ve ningún mal a la polarización que vive el país, cree que debería existir un aparato cultural que promocione mejor a los escritores de ambos lados
"El talento es independiente de la ideología"
"La tarea del escritor es escribir, o ayudar a crear, la gran obra maestra colectiva en la que América Latina reconozca a la vez su unidad y su pluralidad"
MICHELLE ROCHE R.


Sonriente, cortés y haciendo gala de un verbo profuso, Luis Britto García habla de su reciente experiencia en el XIX Festival de Cine y Cultura Latinoamericana de Biarritz, que finalizó la semana pasada.

En el certamen europeo, durante el cual se proyectó una selección de la más reciente producción cinematográfica de América Latina, el autor nacido en Caracas en 1940 tuvo la oportunidad de compartir, entre otros escritores, con el mexicano Juan Villoro, cuyo libro Los culpables (2007) acaba de ser publicado en Francia; el chileno Luis Sepúlveda, que habló de su novela La sombra de lo que fuimos (2009) y la argentina Lucía Puenzo, que presentó su novela El niño pez (2009), también publicada en ese país este año. El propósito era ofrecer una perspectiva literaria ­como alternativa a la muestra fílmica­ de los problemas que aquejan a Latinoamérica.

Britto García fue invitado a presentar su colección de relatos Rajatabla traducida al francés, edición que estuvo a cargo del sello estatal Monte Ávila. El libro fue escrito hace más de 40 años, cuando ­indica el autor­ dominaba la épica revolucionaria, tanto en la temática como en la innovación formal.

Señala que en la época en la que se fraguó ese texto se pensaba que la utopía estaba al alcance de la mano y que ese sentimiento no era exclusivo de la literatura, porque lo mismo estaba sucediendo en la plástica con Jacobo Borges, con Régulo Pérez y otra infinidad de pintores.

Hoy, cuando los discursos literarios que predominan en la escena ­según Britto García­ son los de Federico Vegas, Oscar Marcano, Alberto Barrera Tyszka y Ana Teresa Torres (con Doña Inés contra el olvido), entre otros, su Rajatabla se alza como uno de los antecedentes del estilo experimental que ha servido de base estilística y temática a varias generaciones de autores.

--¿Es este el momento de la narrativa venezolana? --El juicio sobre un escritor depende mucho de los mecanismos de difusión y de lo que llaman las instancias de legitimación, que en este país prácticamente no existen.

--¿Cuáles son esas instancias? --Los papeles literarios de los periódicos. Algunos consagraban a unos autores, pero en los que publicaban otros diarios se consagraban a otros, pero funcionaba. Sin embargo, gran parte de eso ha desaparecido.

--Pero queda Papel Literario de EL NACIONAL
.

--Es cierto, pero han desaparecido muchos. Eso vendría a ser una de las instancias de legitimación, pero están subordinadas a perspectivas muy particulares.

--¿Y las demás? --Las grandes editoriales del continente que puedan lanzar a un autor. Pero también hace falta una crítica literaria consciente. Armando José Sequera señalaba que todos los grandes movimientos renovadores contaron con una crítica pedagógica; los dadaístas, los surrealistas, el Nouveau Romain, originaron ensayos medulares para demostrarle al público qué eran esos movimientos; en este país, raramente, hemos tenido una crítica así. Ha habido críticos ejemplares, pero a Venezuela no le interesa para nada.

Otra instancia de legitimación en crisis son las Escuelas de Letras, en las que se discute poco nuestra literatura; por ejemplo, en la UCV hay un programa como de 64 materias del cual apenas 2 están dedicadas al estudio de autores venezolanos. Lo ideal sería que existiera un mecanismo de comunicación entre el creador y su público, mediado por estas instancias de legitimación, pero no lo hay. Aparte de los problemas con la distribución, no hay un estudio sistemático sobre la literatura venezolana de nuestros críticos ni una pedagogía sobre ella. Además, no ha habido esfuerzos sistemáticos y fructuosos para la creación de un público lector.

--¿La polarización política que vive Venezuela ha ido en detrimento del desarrollo cultural? --No. La polarización enciende pasiones y la literatura nace de eso, no está mal que se infunda un poco de pasión y de polémica. Por otro lado, esto ha llevado a escritores de un sector, aunque sea a regañadientes, a cavilar en el país. Antes muchos creían que Venezuela era un mal inmerecido, sin importarles lo que pasara aquí. Aunque no sea más que por llevarle la contraria a los del otro bando, ahora piensan en el país, en el rumbo que ha ido tomando; si creen que no es el más adecuado, por qué y cuál sería el más apropiado. Así que no veo ningún mal en la polarización: infunde pasión, preocupación y pone a la gente a trabajar al sacarla de los botiquines de Sabana Grande.

Además, no se puede olvidar que ha permitido una serie de iniciativas editoriales nuevas, de uno y de otro lado, y eso es bueno.

--Pero en las ferias del libro en el extranjero, debido a esa misma polarización, la representación venezolana ha estado fragmentada. ¿Cree que eso es positivo para el país? --Mi política es no declarar sobre eso. Sin embargo, yo he sido testigo de cómo Carlos Noguera se afana en poner a los autores de las más diversas ideologías en la organización que dirige: Monte Ávila Editores. Yo considero que del lado del proceso bolivariano hay una deslumbrante cantidad de escritores y de creadores de primera magnitud, pero eso no me lleva a negar que también los haya del otro lado, porque el talento es independiente de la ideología.

Eso es muy desconcertante, por eso leo y respeto la capacidad literaria de los autores, aunque no esté de acuerdo con las ideologías latentes en sus libros. De la misma manera, una afinidad ideológica no me llevará a decir que fulano es un genio, cuando no lo es. Me parece que hay grandes escritores en la Venezuela contemporánea y que pertenecen a las más diversas ideologías. Sería interesante que existiera un aparato cultural que nos promocionara mejor a ambos lados.

--El jueves pasado, después de figurar muchos años en las quinielas de favoritos, se anunció por fin que Mario Vargas Llosa ganó el Premio Nobel de Literatura. ¿Cómo evalúa esto en un momento tan importante para la región de habla hispana, como es la conmemoración del bicentenario de la Independencia en varios países del continente? --Mario Vargas Llosa es un gran escritor. A partir de cierto momento, tanto su vida como su enfoque literario se orientaron hacia Europa y uno podría decir que el Premio Nobel es un gran triunfo para las letras españolas. Su punto de vista es eurocentrista y neoliberal, él tiene derecho a pensar así, pero yo también tengo derecho a pensar que eso no es aplicable en América Latina.

--¿Cree que este premio esté de alguna forma relacionado con las opiniones que ha expresado Vargas Llosa sobre los gobiernos de Cuba y Venezuela? --Sí, pero en ese sentido hay que confesar que el Nobel es muy pendular. A ellos les entra una mala conciencia y viven de arrepentimientos. Le otorgan el Nobel a Saramago, que es un ñángara, y todo el mundo dice: "Canallas, le dieron el Nobel a un comunista". Entonces, se lo dan a algún reaccionario y cuando la gente afirma que el jurado del premio se ha vuelto conservador, buscan a alguno del otro lado. Vargas Llosa abjuró de su posición de izquierdista. A mí no me interesan sus problemas, como era nacionalizarse español; yo creo que la pelea está aquí y ahora, en América Latina. La tarea del escritor es escribir, o ayudar a crear, la gran obra maestra colectiva en la que América Latina reconozca a la vez su unidad y su pluralidad.

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