domingo, 31 de octubre de 2010

algunos textos


Algunos textos hallados en un archivo olvidado....

REPUBLICANIDAD
Luis Barragán
(*)


Hay ideas básicas, elementales, esenciales que explican la conformación del Estado en América Latina. La res pública es una de ellas. La insurgencia independentista del siglo XIX llevó su signo. No obstante, todo lo obvio es frágil, pues, en las postrimerias de la presente centuria, esta noción tiene sus dificultades.

Digamos, en un sentido, que lo republicano expresa la determinación de no confiar los destinos exclusivamente en una o en pocas personas. La monarquía, por lo tanto, le es incompatible. El ciudadano no sólo puede incursionar en los espacios públicos, sino también, al menos en teoría, está potencialmente disparado a asumir su dirección. La Jefatura de Estado y de Gobierno, excepto algunos casos, no ha estado ligada a un nombre por siempre, legal y legítimamente reconocido. Por supuesto, hay dictaduras que duraron demasiado y supieron del vástago que pacientemente esperaba el poder como herencia, aunque siempre por los caminos intrincados que tejíeron las rivalidades entre propios y extraños.

La republicanidad, intencionalmente, significa desarrollo institucional, creación de equipos de relevo, circulación de sangre nueva y no perpetuidad de nombres. En el caso venezolano, el constituyente consideró una necesidad como es la de llevar a un ex-mandatario al Senado. Lo que ha ocurrido con Pérez demuestra que lo vitalicio no es tal o no lo es en términos absolutos.

Ahora bien, tengo entendido que hay fundaciones en las que el Estado ha contribuido, como la del artista de teatro, radio y televisión, que cuentan con presidentes o directivos vitalicios, como partidos que tienen miembros de derecho permanente en sus instancias de conducción. Constituye un gesto de reconocimiento quizá loable, pero contradice el sentido republicano cuando no están legitimados periódica o constantemente por los miembros de la comunidad, en el marco de una competencia electoral.

Se trata de una simple constatación.

(*) Publicado en la revista "Notas de Política Actual", nr. 3 de 1997, Caracas.



IRONICAMENTE SUYO
Luis Barragán
(*)


Comparto con un amigo, Fernando Spiritto, el interés y hasta cierto punto la admiración por Richard Nixon. Recuerdo que al leer “Seis crisis”, tuvimos ocasión de discutir toda la labor del republicano en la investigación y persecución de Alger Hiss. Y de la muerte de éste, nonagenario, me informó Fernando a finales de 1996.

Hubo de esperar, dice Sergio Dahbar, a que la KGB comenzara a abrir el arca de sus secretos para saber de la inocencia del personaje destruido por todo la cacería de brujas que experimentó Estados Unidos luego del “Nuevo Ideal” rooseveltiano. La ironía desplegó sus alas muchas décadas después, fruto de una sociedad que no supo distinguir entre la verdad y la mentira, atiborrada por Vietnam y saldada aparentemente las cuentas con Watergate. Algo más mortífero, en el tiempo, que una bomba atómica.

Y hay otra. La era de la protesta que prontamente se industrializó. Ciertamente, John Lennon era más activo que Paul McCartney en esos abalorios contestatarios. Se trataba, en este caso, de un par de músicos, esencialmente músicos, que cabalgaron un mensaje facilitador, impulsor y hasta fumigador de los afanes comerciales. El último de los nombrados, irónicamente, forma hoy parte de la aristocracia. Engrosa el listado de aquello que forma parte de una monarquía decadente. Décadas después. Mayores aportes hubo de otros que no escenificaban un espectáculo donde la rebeldía era pretexto y malcriadez de buenos músicos.

Veremos que otras volteretas dan las cosas. Irónicamente nuestros, rápidamente apuntamos sobre dos personajes relativamente extraños para este país que mira sorprendido en el espejo de dos sociedades colmadas de experiencias tan disímiles. En un libro adquirido en días recientes en el remate, “El gobierno laborista 1964-1970”, Harold Wilson habló de un incidente con el gobierno alemán a propósito de una solicitud al señor Blankenhorn: “En un momento se había llegado con esta historia hasta el punto de afirmar que yo había llamado al embajador cuando estaba en la cama. Él y yo convinimos más tarde que si la historia hubiese sido cierta sólo podíamos deducir que él dormía con traje de tarde, corbata negra y demás. Pero el daño estaba hecho”.
¿Y Por qué no ?, me pregunto.

(*) Publicado en el diario "El Globo", Caracas, sábado 8 de Marzo de 1997.


DEBATE URGENTE
Luis Barragán
(*)

Frente al documento suscrito por los jesuitas en relación al neoliberalismo, se impone el sentido común. El neoliberalismo, ciertamente, cuenta con los recursos de análisis global para encarar la actual realidad latinoamericana, en contraste con las fórmulas alternativas que tampoco se consolidan como tales. Todo se resume en la perplejidad que supone reconocer los éxitos del ajuste en algunos países, al lado del radical empobrecimiento y de la no menos radical orfandad de un pensamiento (macro) político alterno. Lo que puede imputar Agapito Maestre a las vicisitudes de la democracia indirecta, podríamos estamparlo en las trampas del postpopulismo, fundado en la exaltación portátil del mercado en detrimento de los más elementales valores de la convivencia. Además, como señalan en el documento, “lo público tiende a desaparecer” y “los partidos políticos como propuesta de construcción de sociedad y de nación pierden razón de ser”, porque “la competencia política y administrativa se reduce a demostrar que el candidato o el presidente es el más capaz para crear las condiciones exigidas por el juego abierto y libre de los mercados”. También, en sintonía con esa “codicia insaciable de la riqueza, por la ambición de poder y por la búsqueda insaciable de satisfacciones sensibles” que hoy se concreta en el neoliberalismo o postpopulismo pero que “mañana encontrará otras expresiones ideológicas y aparecerán otros ídolos”. Y no queda otra angustia que la inminencia de un fundamentalismo, de un fascismo actualizado al filo del tercer milenio.

Alberto Quirós Corradi tiene razón al alertar sobre las críticas que “pueden estimular el regreso a políticas ya fracasadas”, al no ofrecer opciones concretas ante lo que existe. No creo que sea una alusión velada al propósito jesuita de volver al populismo, como refiriera Raúl González Fabre, al responderle con argumentos semejantes a sus glosas publicadas en la revista “Sic” de enero-febrero del ‘97. El injerto liberal-populista acarrea daños irreversibles a aquellos sectores que se les promete, vía desbordamiento de la riqueza, un futuro distinto ante el cual solo deben tener paciencia y aportar sus sacrificios.

Lo interesante del documento en cuestión es que debe suscitar una polémica capaz de dar con los puntos claves de las políticas implementadas o a implementar en los años venideros. Explicar estos u otros sacrificios necesarios para salir de los escombros de un viejo modelo de desarrollo que aún tiene sus devotos. Sacrificios que no pueden llegar a aniquilar a un sector creciente del país para que lo otros sobrevivan: el 10% de la población que se pelea por el 1% de la riqueza, mientras 10% más próspero maneja el 45% de la riqueza, con el saldo de un 71% de pobreza en 1995 cuando en 1982 era el 33% del total de la población, según los datos de la Unicef citados por Miguel Angel Santos.

Urge el debate. Repensar un destino irrenunciablemente común.

(*) Publicado en el diario "El Globo", Caracas, sábado 1ro. de Marzo de 1997


LA MUDANZA EN LOS SUBURBIOS DEL ESTADO
Luis Barragán
(*)


Privatizar no significa la entrega rápida, portátil, cruda, desenfadada al neoliberalismo. Eso forma parte de toda una mitología. La sociedad democrática, poscapitalista y autogestionaria pasa por una mudanza del Estado que a duras penas es tal, a otro que sea marco, impulsión y aval de otro orden, pues la historia, caramba, no ha finalizado.

La privatización es un proceso, obedece a una contextualidad y no un hecho aislado, un antojo de finales de siglo. Ocurre que, en un sano pragmatismo, las empresas exitosas no tienen por qué privatizarse en aras de un antojo. Y como son escasas, casi inexistentes, viene con facilidad la perogrullada.

No obstante, hay que considerar la dimensión penal o criminológica del proceso. Puede dar ocasión a actos delictivos. La mudanza se complicaría. Pocos serían realmente beneficiados. No el colectivo. Constituye un aspecto necesario de abordar.

En el fondo, está la sospecha. Un festín destructivo de los bienes colectivos, que pertenecen a todos. El patrimonio público que se muele en los bolsillos de los que reciben, por lo menos, comisiones. Y es por ello la urgencia de la transparencia. Y así también, la generación de confianza en quienes llevan a cabo el proceso, sin que signifique una patente de corso.

Negación de la impunidad y gratuidad. Esto es, aceptación pura y simple de la prescripción de la acción penal para quienes incurran en delito. O ciego depósito de la fe colectiva en los que deben demostrar que la merecen para llevar a cabo la mudanza, pues corremos el riesgo que se queden con ella y ... el camión, en los suburbios del Estado.

(*) Publicado en el diario "Economía Hoy", Caracas, martes 14 de Enero de 1997, Nr. 2.339.


Ilustración: banner empleado por "Noticiero Digital", entre 2005 - 2006

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