viernes, 24 de septiembre de 2010

de la cima de las miserias


De la sobreexposición
Luis Barragán


Convengamos, pocos tan radicalmente convencionales como el Comandante-Presidente. La presunta revolución en curso, irremediable, hace suya una excusa de rancia tradición en el patio: la culpa es el gobierno anterior (aunque él es el más anterior de todos los gobiernos).

Chávez Frías responsabiliza a la “cuarta república” del sepultamiento de siete personas en el sector Blandín, lamentable consecuencia no sólo de las lluvias en Caracas, sino también del mismísimo gobierno nacional y local, tan rojo rojito como la sangre de los inocentes escurrida en el lodazal. Imitando a un pastor evangélico con recomendaciones que dicen relevarlo de sus responsabilidades, espectador que ha estremecido con su Airbus-Chupa-Dólares las colinas más miserables de sus afanes demagógicos, incurre en la promesa mil veces proferida pretendiendo detener el inmenso disgusto que ya le da alcance: "Bueno, hermanos y hermanas, viene la lluvia, hay que tener mucho cuidado en estos días de lluvia sobre todo en las zonas más frágiles (...) Lo cual nos tiene que obligar a acelerar la transformación de Caracas, la construcción de viviendas para los caraqueños, porque ese fue el desastre que nos dejó la Cuarta República, esos barrios donde el pueblo tuvo que venir a arrancharse explotado y abandonado".

Una revisión e historia del adecuado asistencialismo de Estado, décadas atrás, nos permite verificar la preventiva reubicación de familias enteras que pendieron literalmente del azar en la cima de sus miserias, repoblando la zona de todos los peligros con el ascenso al poder de Chávez Frías que lo consintió porque jamás tuvo solución alguna. De nuevo comprobamos que el superasistencialismo actual es, simplemente, un negocio que – por si fuera poco – revela la clave más trágica del régimen: ventilar y melodramatizar los problemas, como si no fuesen gobierno y no hubiesen transcurrido doce años, concentrando todos los poderes con más de 900 mil millones de petrodólares en los bolsillos.

Saturación noticiosa, disparo desinhibido de la cámara fotográfica con morbosa sensualidad, autorretrato de su propia incompetencia para confundir o intentar confundir a todo un país. Por ello, hacemos nuestra lo que constituye una sentencia vigente expuesta por Federico Vegas en su más reciente novela: "¿Cómo ocultas la verdad? Pues sobreexponiéndola" (“Sumario”, p. 178),sobreexponiéndola" (p. 178).

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/5804-de-la-sobreexposicion
Ilustración: Zapata (El Nacional, Caracas, 22/09/10)

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