viernes, 13 de agosto de 2010

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EL NACIONAL - VIERNES 13 DE AGOSTO DE 2010 CULTURA/4 ANIVERSARIO
El artista nacido en el estado Bolívar falleció el 13 de agosto de 1990 La obra de Alejandro Otero sigue reforzando la fe en el arte El creador inauguró la contemporaneidad y rompió siglos de tradición pictórica con sus Cafeteras
CARMEN VICTORIA MÉNDEZ

Alejandro Otero dijo que el arte es una forma de reforzar la fe en la vida. La frase, utilizada por el guayanés en 1982, cuando develó el Abra solar en la Bienal de Venecia, bien podría servir de epílogo a una carrera de 5 décadas consagradas a la creación y a la búsqueda de nuevos lenguajes, la cual culminó hace exactamente 20 años, con su desaparición física. El artista murió el 13 de agosto de 1990, tres semanas después de la inauguración de la muestra Saludo al siglo XXI, en la que trabajó por primera vez con computadoras. "Fue un hombre muy activo. Siempre recuerdo esa exposición, que yo misma organicé", dice Sofía Imber, ex directora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber. Esa misma institución albergó en 1985 más de 600 de sus creaciones, en una gran retrospectiva que lo consagró ante los ojos de distintas generaciones. "No he vuelto a ver a ningún artista como él. Alejandro tenía lo que yo llamo inteligencia visual. Era sensible, pero no descartaba lo racional. Fue esa capacidad la que lo llevó a buscar nuevos caminos para conmover a través de la obra de arte, y la que lo situó entre los creadores venezolanos más importantes, al lado de Armando Reverón, Jesús Soto y Bárbaro Rivas", expresa Perán Erminy, su ex compañero del grupo Los Disidentes. El creador del Abra solar fundó el grupo como respuesta ante el arte de la representación. Tras su primera estancia en París en 1946, Otero comenzó a alejarse lentamente de la figuración, influenciado por Picasso. Sus Cafeteras, expuestas en 1949 en el Museo de Bellas Artes, fueron un ejercicio de semifiguración con las que consiguió "persuadir a las formas y llevar a cabo el proceso de reconstrucción de los objetos visibles, hasta lograr descomponer la imagen creando un nuevo sentido pictórico", señala Douglas Monroy, autor del libro Memoria crítica, Alejandro Otero. A juicio de Monroy, Otero rompió siglos de tradición pictórica con las Cafeteras. "A partir de esta fecha inaugura de forma definitiva el arte contemporáneo en Venezuela y muy probablemente será una de las manifestaciones artísticas más relevantes del continente. Alejandro Otero es el protagonista de la mayor ruptura y transformación en nuestras artes plásticas". Pintar lo invisible. Luego de las Cafeteras llegaron los Coloritmos, influenciados por el abstraccionista holandés Piet Mondrian. "La abstracción se convertía en una pasión venezolana", explica Erminy. En estas piezas, Otero intentó hacer visible un fenómeno que hasta entonces sólo el oído podía captar: la música y sus vibraciones. Los Coloritmos evocan la influencia del jazz, en un intento de Otero por hacer del arte un fenómeno más universal y menos elitista. "Agarró esa idea y la desarrolló con líneas horizontales y colores. Para entonces, tenía la agudeza necesaria para ver lo invisible", dice Erminy. Actualmente, los Coloritmos y los Tablones son sus obras más representativas, al igual que sus Esculturas cívicas, que pueden ser apreciadas en calles y plazas de todo el mundo. A la Bienal de Venecia, en 1982, llegó en sintonía con el astro rey. Allí exhibió el conjunto Abra solar, Aguja solar y Torre solar, junto a su famoso Monumento al futuro. Además de por su trabajo plástico, el artista destacó en el ámbito de la gestión cultural. Junto con Manuel Espinoza y su primo Miguel Otero Silva, propuso el proyecto de creación de la Galería de Arte Nacional, y asumió por poco tiempo la coordinación del Museo de Bellas Artes. En el campo de la crítica, dejó una vasta obra recogida en diversas publicaciones.

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