lunes, 23 de agosto de 2010

portales, estrecheces, portales


NOTITARDE, Valencia, 22 de Agosto de 2010
La puerta angosta (Lc. 13, 22-30)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús enseñando en pueblos y aldeas, camino de Jerusalén. Ante la pregunta de uno que le dijo: "¿Son pocos los que se salvan?" Jesús respondió para todos: "Procuren entrar por la puerta angosta". La pregunta del interlocutor anónimo de Jesús es la pregunta de la humanidad y expresa la preocupación del hombre por su futuro, por su destino final y en el caso de sus coterráneos expone uno de los temas de las escuelas rabínicas que se preocupaban por el número de los que se salvarán. Para los judíos, los únicos que se salvarían serían ellos; los demás (llamados paganos y no pertenecientes al Pueblo de Israel se condenarían). Jesús no toma postura por el tema planteado, no sigue la actitud judía de querer cuantificar la salvación, sino que hace una exhortación personal diciendo que se esfuercen por entrar por la puerta estrecha y apoyado en la parábola de unos que no son admitidos al banquete del Reino y otros que venidos de otras partes sí son admitidos, concluye diciendo que "hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos"; exhorta a la conversión personal, a luchar por alcanzar la vida eterna, que va más allá de una simple salvación automática, por tradición o simple costumbre. Así Jesús deja claro que no sólo por el hecho de ser judío ya se está salvado, hoy sería que no sólo por ser cristiano o pertenecer a la Iglesia Católica, ya la salvación es un hecho.

El mensaje, por tanto, del evangelio de hoy es que Dios ofrece la salvación a todos los hombres; es una invitación universal, no está reservada para unos pocos o unos cuantos; sino que está abierta y ofertada a toda la humanidad. El camino que conduce a la vida es angosto, mientras que el camino que conduce a la perdición es ancho y por allí se van muchos, dice Jesús (Mt. 7,13-ss). Dios quiere que sus hijos se salven, pero no obliga a nadie, cada quien tiene que optar y discernir bien el camino.

La parábola del evangelio describe a un primer grupo que conociendo al Señor, sin embargo, llegaron tarde al banquete y no fueron admitidos. Representa este grupo a los judíos que no creyeron en el mensaje de Jesús. El otro grupo que sí fue admitido al banquete, representa los pueblos paganos, aquellos que sí creyeron en el mensaje y la obra de Nuestro Señor, Jesucristo.

Para nosotros los cristianos católicos e incluso para los cristianos protestantes, el mensaje es claro: no nos salva el simple hecho o la fácil pertenencia socio-religiosa a la Iglesia, a la comunidad cristiana; sino la respuesta sincera a Dios y a los hermanos en la fe, la fidelidad y sobre todo el amor, traducido en las buenas obras o dicho de otra forma; se trata de vivir en medio del mundo con los valores y principios del Reino de Dios; sintetizados en el amor a Dios y el amor al prójimo y las bienaventuranzas salidas de la boca de Cristo.

Hoy Dios, en Cristo Jesús, nos invita a la conversión, al cambio de vida. Por supuesto, no se trata de caer en posturas obsesivas o neuróticas, ni llenas de fanatismo, sino un acercamiento sincero a Dios y a los hermanos. No dejemos pasar las oportunidades que Él y la vida nos presentan para crecer en santidad, en el bien y en el amor. No sabemos cuándo será la última oportunidad que se nos regale para poder alcanzar la salvación final.

No son tanto los rituales los que nos salvan, porque podemos caer en un mercantilismo de la fe, como sucedió en el pasado; es la vivencia cotidiana, actual y hasta heroica de la Palabra de Dios y de la vivencia de los sacramentos que nos colocan en el camino de la salvación. Nadie puede estar seguro de su propia salvación; Dios tiene y tendrá la última palabra; nos toca es vivir de la fe, la esperanza y la caridad. Quien vive así, vive en el camino que conduce a Dios, que al fin de cuentas es la vida eterna.

En fin, vivamos los valores del Reino: fraternidad, servicio, responsabilidad, fidelidad y amor que nos ayudan a estar en sintonía con lo que Dios quiere y espera de sus hijos y rechacemos el egoísmo, la violencia, la indiferencia y la soberbia que nos apartan de los demás y nos cierran las puertas del cielo. Todos estamos llamados a la santidad en cualquier condición que hayamos elegido en la vida.

IDA Y RETORNO: Pido disculpas, porque por razones ajenas a mi voluntad, el domingo pasado mi artículo salió en letra minúscula y, por lo tanto, habían evidentes errores ortográficos. Gracias por sus llamadas y mensajes de preocupación y aprovecho para agradecer el estímulo, apoyo y solidaridad que me dan al ser lectores de esta columna, que lo que pretende es llevar domingo a domingo, el mensaje del evangelio de Nuestro Señor. Que Dios y la Santísima Virgen del Socorro los bendigan y cuiden de todo mal y peligro.

El próximo domingo responderé a las preguntas: ¿Existen los ángeles? ¿Quiénes son los ángeles? ¿Podemos invocar a los ángeles? Preguntas que varios de ustedes me han hecho en varias oportunidades.

Pjoel_15895@hotmail.com twitter:@padrejoel95

Ilustración, Willem de Kooning, "Puerta hacia el río" (1960): http://www.artespain.com/tag/abstraccion-postpictorica

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