lunes, 23 de agosto de 2010

heredad


Pro heredere gestio
Luis Barragán


La inmediata etapa posterior a las elecciones del 26-S, no sólo será difícil, inédita y compleja por la coexistencia relativamente prolongada de dos parlamentos que, por cierto, indica muy bien el cortocircuito institucional del régimen, sino por la determinada, inédita e inevitable estructuración y organización que alcanzará a las fuerzas opositoras y oficialistas. Una, evaluará con mayor soltura las bondades y los defectos de la plataforma unitaria diseñada, mientras que la otra, presionada por las propias circunstancias del ejercicio privilegiado e incontrolado del poder, experimentará una crisis imposible de solventar con rapidez por Miraflores, excepto se imponga el latigazo del erario público. Sin embargo, otra será la herencia que el parlamento democrático, el de la bancada que le corresponderá defender la Constitución y desarrollar la constitucionalidad, asumirá: la Fuerza Armada Nacional (Bolivariana).

La ciudadanía no debe renunciar a la consideración de la política militar, por más que el presidente Chávez monopolice absolutamente las promociones o ascensos, distorsionando - digamos – la voluntad del constituyente, si la interpretásemos sistémicamente. Sobre todo porque existe otro principio, ahora ampliamente manipulado, como es el de la corresponsabilidad del Estado y de la sociedad en materia de seguridad y defensa.

Completamente falso es que la oposición pretenda descalificar a los hombres de uniforme, golpeando y desmoralizando a la corporación castrense a la vez que profundiza una voluntad entreguista, como refiere José Vicente Rangel, por ejemplo. Todo el país sabe muy bien lo que ha hecho Chávez Frías con el elemento armado, involucrado directamente en sus intereses partidistas, por no citar que el espantapájaros anti-imperialista le ayuda o dice ayudar a ocultar las tan particulares relaciones que hay con Cuba, comprometida severamente nuestra soberanía, y en defensa de las cuales impide judicialmente que Antonio Rivero ventile públicamente lo que sabe.

La oficialidad misma no es inmune a la habitual agresión callejera y, así como perdió la vida un mayor a manos del hampa recientemente, ocurre en la calle a otros tan venezolanos como él, por no apuntar sobre las balaceras dentro del propio Fuerte Tiuna. Los hechos son los que ofenden, atentando contra la noción misma de patria, por lo que son fáciles de corregir esas imputaciones temerarias del gubernamentalismo contra una oposición leal a la Constitución.

Hace poco, en legítima y pacífica protesta escenificada en un container o contenedor en la plaza de Chacaíto, el cual vimos camino al acto fundacional de la Concertación Humanista, hubo una muestra de la agresivísima reacción del oficialismo. Al regresar, próximos a sufrir el rito de la violencia, no más de veinte personas respaldadas por motorizados seguramente armados, tomaron “heroicamente” el lugar, destrozando la exposición putrefactal, pintando mentiras sobre la Pdval que todos conocemos y gritando consignas que dijeron dar cuenta de la CIA y de todos los intereses imperiales concentrados en un rincón minúsculo de Caracas.

Heredaremos esta siembra de odio, rencor y violencia real que hoy mira la Fuerza Armada, sabiéndola propiciada por el gobierno que la usurpa. Sin embargo, el parlamentarismo democrático capaz de reivindicar el debate, el control y la legislación limpia y transparente, sabe que debe dar herramientas que reivindiquen a la institución armada al servicio de la nación, para liquidar las condiciones que hacen posible cada acto consecutivo de ciego odio, ciego rencor y ciega violencia.

El respeto y la consideración por el profesionalismo militar a recuperar, por iniciativa del parlamento, mediante las reformas legales pertinentes, el control administrativo de la suprema jefatura que es condición o carácter y no grado militar, orientados por un debate abierto, fundado y plural, es el horizonte adecuado y necesario para la transición democrática pendiente. Al sufragar por la oposición, en el ejercicio secreto de su irrenunciable ciudadanía, el soldado contribuirá a la responsable asunción del tema militar hacia una democracia que, por participativa, es representativa (y viceversa).

Fuente:
http://www.notivargas.org/columnistas/13802-luis-barragan--pro-heredere-gestio.html
Ilustración:
http://www.spiralscripts.co.uk/virtuemart-examples/View-all-products-in-shop.html?DescOrderBy=ASC&keyword1=0&keyword2=0

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