sábado, 24 de julio de 2010

Enrojecidos


EL NACIONAL - Sábado 19 de Junio de 2010 Papel Literario/3
Días de rojo, una novela testimonial
ALEXIS MÁRQUEZ RODRÍGUEZ


Desde niña María Elena Lavaud quería ser escritora.

Cuando, adolescente, le tocó escoger una carrera universitaria optó por el periodismo, pensando que esa profesión era un buen camino para llegar a la literatura como oficio. La realidad le ha demostrado que, al menos en parte, estaba en lo cierto. La lectura de su primer libro, la novela Días de rojo (Ediciones B.

Caracas; 2009), nos muestra cómo el periodismo le ha sido útil, no tanto para ponerla en el camino de la narrativa literaria, sino para hallar un estilo propio y para ayudarle a dominar las técnicas de la novela. Como en muchos otros casos en esta novela la narración literaria es muy juiciosamente auxiliada por los recursos técnicos del periodismo, en un punto de equilibrio que es en parte responsable del encanto que produce su lectura.

Días de rojo se basa en hechos reales, pero sin que el lector pierda de vista que es una obra de ficción. Son hechos de una implacable actualidad. Incluso la mayoría de los personajes, tras sus nombres ficticios son fácilmente reconocibles en sus referentes reales. La novela es como un gran reportaje, pero sin dejar de ser novela, sobre los acontecimientos que han marcado la vida venezolana desde el fracasado golpe de estado del 4 de febrero de 1992 prácticamente hasta el presente, pues el lector puede hacer que la acción novelesca termine en cualquier momento de los últimos años, o que se prolongue hasta más acá del episodio final del relato novelesco.

Aunque la autora niegue que se trata de una novela histórica, no hay duda de que los sucesos que en ella se relatan tienen un carácter histórico, no referidos al pasado más o menos remoto, sino al presente. En todo caso es una novela testimonial, en la que la novelista recurre a la ficción como truco literario para narrar sucesos en los que ella misma participó de algún modo, bien como testigo presencial, bien como experiencias de terceros, conocidas por ella en su investigación previa a la escritura de la novela. Después de todo, el periodista es el testigo por excelencia de cuanto ocurre a su alrededor.

Llama la atención en esta novela la limpidez y precisión del lenguaje, que se desarrolla en lo narrativo y descriptivo con una fluidez que hace de su lectura una gratísima experiencia.

En ello también, por supuesto, se percibe la mano de la periodista de largo oficio.

Asombra asimismo el dominio por parte de la narradora de las técnicas novelísticas modernas, pese a ser una primera novela, pero exenta de los baches muy frecuentes en las novelas de principiantes.

Aquí se trata de una narración lineal, pero con un manejo muy hábil e inteligente de los planos espacio-temporales, lo cual contribuye enormemente a despertar y mantener el interés del lector.

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