miércoles, 30 de junio de 2010

La experiencia de Jesús


NOTITARDE, Valencia, 27 de Junio de 2010
"Caminando con Cristo"
Exigencias del discipulado (Lc. 9, 51-62)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El evangelio de este domingo nos presenta dos partes: Rechazo de los samaritanos a Jesús y sus discípulos. 2. Las exigencias de lo que necesita ser un discípulo de Cristo; en otras palabras, la radicalidad en el seguimiento de Nuestro Señor, Jesucristo. En la primera parte, hay un rechazo de la persona de Cristo por parte de los samaritanos; que al enterarse de que era judío, que iba camino a Jerusalén, no le dan hospedaje. Jesús viene de la experiencia de ser rechazado por los suyos en Galilea, específicamente por sus paisanos de Nazaret (Lc.4, 14-30); ahora, camino hacia Jerusalén, es rechazado por los samaritanos y también será rechazado por las autoridades judías. Jesús entiende que esto será así y que se aproxima a la ciudad donde vivirá su Pasión, Muerte y Resurrección (la Pascua).

Jesús aprovecha toda ocasión para enseñar, educar y formar a sus apóstoles y discípulos. Por eso, ante la actitud de venganza de Santiago y Juan (los llamados hijos del trueno), Jesús deja claro que su seguimiento no es motivo para la intransigencia, la intolerancia y el fanatismo por razones religiosas; como lamentablemente en la historia se ha hecho daño en nombre de Cristo, de la fe o de preceptos religiosos; donde no estamos exentos los católicos, como lo supo reconocer el valiente Papa Juan Pablo II y como ahora nuestro actual Sumo Pontífice lo ha reconocido también. Seguir a Cristo, ser de sus discípulos, estar en la Iglesia Católica que sigue fiel a las enseñanzas del Señor y a la Tradición, no significa tener un poder para humillar, despreciar, imponer a la fuerza o aplastar otros modos legítimos, que contienen valores y son formas de ver la vida y la realidad religiosa. Hoy, en el siglo XXI, en términos cristianos hablamos de ecumenismo (para buscar la unidad de los cristianos) y en referencia a otras religiones, hablamos de diálogo interreligioso, que va en la línea de la actitud que Jesús manifestó frente a los samaritanos. Hoy, como ayer, existen personas que desprecian a Cristo, que no creen en Él, que lo ven como un simple hombre de la historia o no se atreven a dar el paso de la fe por el antitestimonio de nosotros los cristianos.

Jesús llama a quienes le quieren seguir, que primeramente lo hagan en libertad, no en coacción, no sintiéndose esclavos de una ley, normas o preceptos. El seguimiento de Cristo necesita ser ante todo una relación profunda de amistad y amor con el Señor y al mismo tiempo, como nos lo deja ver el evangelio de hoy, a partir de esa amistad y amor, nace la radicalidad del seguimiento de Cristo. Por eso, mientras va de camino a Jerusalén donde algunos manifiestan querer seguirle, Jesús, habla o les exige esfuerzo, reciedumbre, desprendimiento, conciencia y desapego de otros afectos (incluyendo los familiares), que no permiten seguir a Dios con radicalidad. El seguimiento de Cristo, con todo lo que implica (vivir al estilo de Cristo: en su manera de pensar, sentir y actuar; es decir, en el amor real), no admite medias tintas o rebajas, o se sigue a Cristo de corazón o no se le sigue; o se es cristiano auténtico (no sólo de nombre) o no se es un discípulo de verdad. Por supuesto, Cristo no pretende que dejemos de amar y menos a nuestros padres (ya que el cuarto mandamiento habla de honrarlos), sino que lo primero en la vida del discípulo, en su tabla de preferencias es y necesita ser Dios. Así, que optar por Dios, implica renunciar a otras cosas o colocarlas en un segundo plano. Por experiencia humana sabemos que hay opciones en la vida que exigen una renuncia.

Hoy, más que nunca, los cristianos católicos, necesitamos dar testimonio de nuestra fe, de nuestro seguimiento radical a Cristo, que es verdadero Dios y verdadero Hombre; el único Mesías y Salvador. Necesitamos dar el paso de ese catolicismo de nombre, de tradición familiar, de simples bautizados por la Iglesia Católica a un compromiso serio con nuestra fe, que pasa por un seguimiento fiel a las enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo. En otras palabras, necesitamos ser ejemplo de servicio, perdón, amor, personas coherentes, llenas de valores, constructores de la paz, atentos a las necesidades de los más pobres, defensores de la justicia y la verdad, profetas que prediquen la Buena Nueva; en fin verdaderos hijos de Dios; hijos de la Luz.

IDA Y RETORNO: El próximo domingo responderé la pregunta: ¿Cuál es el trabajo social de la Iglesia en Venezuela?

Hoy quiero invitarlos a que oremos especialmente por los que están presos injustamente en las cárceles venezolanas; sin ir muy lejos, aquí mismo en Tocuyito. Por aquellos que se les ha retrasado su debido proceso y viven hacinados en cuatro paredes; orar por los madres, padres, esposas, hijos, que sufren al verse privados de la presencia de un ser querido que paga una condena sin ser culpable. Que Dios los bendiga y proteja e ilumine la conciencia de aquellos que les toca decidir acerca de su libertad e inocencia. Que el mismo Dios otorgue fortaleza y libertad interior a esos hermanos nuestros que pasan por este drama humano.


Ilustración:
Arlene Valarino, "Jesucristo"
watercolor paper 100% cotton

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