jueves, 13 de mayo de 2010

Percepciones de ordenación


EL NACIONAL - Jueves 13 de Mayo de 2010 Opinión/8
¿Qué quieren los venezolanos?
COLETTE CAPRILES


Comentaba en la última entrega los resultados del estudio de opinión llevado a cabo por el Centro Gumilla en septiembre pasado y que me luce como un avance en la formulación del mapa político del país. El estudio detecta tres grandes grupos o estructuras valorativas que reúnen 81% de la muestra, mientras que el 9% restante forma un núcleo separado, de "auténticos" Ni-Ni, ligados por su propensión autoritaria.

Los tres grupos principales, de tamaño aproximadamente equivalente, muestran en cambio opiniones compatibles con las tres vertientes de la concepción contemporánea de la democracia: deliberativa/ participativa, liberal y socialdemócrata. Dos elementos me parecen notables: primero, la relativa homogeneidad en la composición sociológica de los tres grupos: los grupos D/E+ y E-, que componen 82% de la muestra total encuestada, se hallan representados en los tres grupos: 92% de los llamados "demócratas-socialistas del siglo XXI"; 79% de los llamados "demócratas liberales", y 79% de los "socialdemócratas" (y componen solamente 66% del minigrupo "autoritarios").

Indudablemente, hay una diferencia a favor del proyecto de la "democracia-socialismo del siglo XXI", pero dado que las proporciones en la composición social de los otros dos bloques conservan la proporción general de la muestra, pareciera que la ubicación en la escala social no es la variable fundamental para explicar la adhesión a uno u otro modelo, a excepción de la versión que los autores llaman "autoritaria", en la que la proporción se transmuta: de ese 9% de la muestra que se adscribe a esa constelación, 34% pertenece a la clase ABC (contra 18% de la muestra total); 49% al estrato D/E+ y 17% al E-.

Esto me lleva al otro punto: quizás por primera vez vemos una formalización de un grupo de aproximadamente un tercio de la población que exhibe opiniones identificadas con la democracia liberal; tal grupo no es la representación de las rancias oligarquías fantaseadas por el resentimiento de los nuevos oligarcas, sino que se encuentra en todos los sectores sociales.

Las estructuras valorativas que ha encontrado este estudio se revelan como polarización política cuando a estos grupos se les interroga sobre su evaluación de la coyuntura.

Es decir, a pesar de un acuerdo básico, hay unas diferencias radicales en la percepción de las acciones del Gobierno y de distintas instituciones, así como de la situación futura, que se orientan, predeciblemente, siguiendo la tensión entre liberales y "socialistas del XXI".

Se trata de que, aunque hay un acuerdo básico sobre los valores de la democracia y el papel del Estado como moderador y/o regulador de la economía y de otros cuadrantes de la vida colectiva, hay un gran divorcio en cuanto a la percepción de lo que está ocurriendo en el país. Cuando la indagación se traslada de los valores a las experiencias, aparecen los contrastes. Los sujetos interpelados evalúan la acción del Gobierno y de los distintos actores sociales no según los valores de los que se declaran partidarios sino según una simpatía partidaria que obedece a la lógica polarizada. Por ejemplo, un enunciado como: "La Presidencia de la República está haciendo lo mejor que puede por el país" obtiene, en una escala en la que 100 significa "acuerdo total", 83,8 puntos entre el grupo de los "demócratas-socialistas siglo XXI", mientras que alcanza 18,1 entre el grupo de "demócratas liberales"; y ese esquema se repite en la evaluación de todas las instituciones públicas. Los actores no gubernamentales también operan como divisores de la opinión, aunque algunos datos son sorprendentes, como, por ejemplo, las respuestas ante el enunciado: "Los políticos están dispuestos a mentir para ganar elecciones", que obtiene 25,6% entre los primeros y ¡84,2%! entre los segundos, y más aún cuando, interrogados sobre si "los partidos políticos son imprescindibles en cualquier democracia", los primeros ponderan en 40,3% su acuerdo y los segundos en 88,0%.

Conclusión: con respecto a la evaluación de la realidad o a las percepciones que ordenan dicha realidad, los venezolanos parecemos estar utilizando instrumentos cognitivos que nada tienen que ver con los valores que declaramos profesar. En el examen de lo cotidiano se suspende el juicio, por así decirlo: se despoja uno de las convicciones para entrar en un entramado de pasiones y heridas abiertas.

Ese es el legado de los tiempos que nos tocó vivir.

(Ilustración de Zapata, El Nacional, Caracas, 13/05/10)

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