martes, 11 de mayo de 2010

La actual narrativa venezolana (III)



EL NACIONAL - Sábado 01 de Mayo de 2010 Papel Literario/8
Mínimo balance de la narrativa venezolana 2000-2009
Reverberación narrativa
Como parte de la entrega especial
dedicada a la narrativa actual venezolana que hizo Papel Literario la semana pasada, hoy publicamos una breve reflexión de uno de los críticos que colaboró con la edición
CARLOS PACHECO


En especial desde 2004, la última década ha sido uno de los períodos de mayor intensidad y calidad en la narrativa venezolana. Protagonizado por varias generaciones de narradores egresados de los talleres literarios, este auge ha sido potenciado por nuevos premios, por la interconectividad y poder de difusión de las nuevas tecnologías y por el desarrollo de colecciones de narrativa venezolana en Alfaguara, Mondadori, Alfa, Equinoccio, Ediciones B, Norma, Alfadil y Puntocero, entre otras, aunque lamentablemente estas ediciones rara vez cruzan nuestras fronteras.

En este discreto boom han tenido paradójica influencia condiciones adversas como la discriminación política (real o imaginada), la reducción de la importación de libros y el estancamiento del sistema cultural durante la crisis de 2003. Como reacción compensatoria, ellas estimularon las iniciativas independientes del Estado, la creatividad y las alianzas venturosas entre empresas, grupos culturales, fundaciones y editoriales.

Papel importante han jugado certámenes como el de Novela Adriano González León, el Premio Sacven, el de Autores Inéditos de Monte Ávila, el Premio Nacional Universitario de Literatura y el concurso de El Nacional.

De mayor impacto aún ha sido la Semana de la Narrativa Urbana, organizada desde 2007; una novedosa manera de estimular y proveer visibilidad a los valores emergentes, así como de favorecer su relación con críticos y lectores, con sus lecturas públicas y la publicación de los relatos.

Éstas y otras iniciativas, como el portal Ficciónbreve.com, el grupo ReLectura o la revista El Librero, han sido potenciadas por blogs, páginas Web y redes sociales.

Como lector y crítico, destaco y celebro la sostenida maestría narrativa de Ednodio Quintero, Ana Teresa Torres, Victoria De Stefano, Francisco Massiani, Elisa Lerner, Eduardo Liendo, Antonio López Ortega y Alberto Barrera Tyszka, así como la consolidación de narradores como Federico Vegas, Miguel Gomes, Oscar Marcano, Silda Cordoliani, José Luis Palacios, Milagros Socorro, Juan Carlos Méndez Guédez, Fedosy Santaella, Ángel Gustavo Infante, Wilfredo Machado, Slavko Zupcic, Rubi Guerra, Norberto José Olivar, Roberto Echeto o Juan Carlos Chirinos.

También, el sugimiento de narradoras ya destacadas en otras lides intelectuales, como Carmen Vincenti, Judit Gerendas, Michaelle Ascencio, Gisela Kozak o Krina Ber.

Finalmente, la aparición de prometedores talentos como Francisco Suniaga, Salvador Fleján, Rodrigo Blanco Calderón, Héctor Torres, Liliana Lara, Leopoldo Tablante, Mario Morenza, Enza García o Pedro Enrique Rodríguez, entre muchos otros.

EL NACIONAL - Sábado 08 de Mayo de 2010 Opinión/5
Envidia y gratitud
SERGIO DAHBAR


Falke, la novela de Federico Vegas, es una de las novelas favoritas según Papel Literario

¿ Quien iría a pensar que una lista promovida por el Papel Literario de El Nacional, capaz de expresar una tendencia en la narrativa venezolana de nueve años (2000/2009), elaborada por 14 personas que no escriben narrativa, son buenos lectores y conocen el devenir literario local, despertaría sentimientos "encontrados", por decir lo menos? Evidentemente, los organizadores buscaban pulsar a un grupo de entendidos para conocer cómo se aprecia la narrativa producida en una década venezolana. Como tantas revistas y medios en el planeta, que desarrollan encuestas y trazan listas de preferencias.

Mi aplauso por lo que lograron avizorar. Si entendemos avizorar como "observar con mucha atención para descubrir algo" (El País, España).

¿Y qué se descubrió? Lo que ya muchos individualmente habían advertido a partir de la lectura de los libros que integran la lista. Que en el panorama de la narrativa venezolana aparecieron figuras que han llamado la atención de los lectores con historias contemporáneas bien articuladas y sabrosamente escritas, y lo que es más importante, conectadas con las emociones de los lectores.

Lo que no quiere decir que sean los únicos, ni tampoco los mejores. Toda escogencia siempre será arbitraria. Un lector siempre reconocerá que falta una obra de su gusto. Pero esa limitación también le otorga un aspecto fascinante a la lista final, una suerte de imperfección que se parece a cada uno de nosotros.

El resultado tuvo un autor y una novela que recogió el mayor número de votos: Falke, de Federico Vegas. Cien puntos. ¿Acaso alguien tendrá en mente rumiar que no se trata de uno de los narradores más solventes y con mayor potencial de Venezuela, dueño de un mundo y un estilo absolutamente propios? Con Falke Federico Vegas logró un milagro: que un número inusitado de lectores siguieran página tras página una gesta libertadora de un grupo de intelectuales de primera línea que intentan derrocar a un tirano, y que finalmente fracasan en ese intento.

Una obra singular y demoledora que en su subtexto más inquietante le habla al oído a los venezolanos, que han advertido en los últimos diez años de vida republicana un secuestro absoluto de la institucionalidad y derechos esenciales de cada ciudadano, en un marco de caos e ineficiencia que incluso ruboriza a los rojitos cuando se sinceran y se dan cuenta que nadie los escucha.

Esa es Falke, la de los insoportables cien puntos. Pero el problema es que sigue La enfermedad, y detrás viene la primera obra del mayor outsider del patio, La otra isla. Y así continua: Lluvia; Indio desnudo; Puntos de sutura; Bajo tierra; Los invencibles; Mariana y los comanches; y cierra una obra del que ya llaman el pulpo de la lista, El pasajero de Truman.

Me gustaría que alguien, con nombre y apellidos reales, no los de esos blog que pululan resentimientos y falta de agallas para escribir con nombre propio, me diga cuál de estos libros no debería estar en la lista. Con argumentos de peso, y no con la salida correcta que clama: "Todos somos buenos y nadie debe quedar fuera". Ya he oído el reclamo de que la lista es descortés.

Pero nadie saldrá a cuestionar los nombres de la lista, sobre todo por la falta de aquello que los estoicos llamaban guáramo, o los contemporáneos más deslenguados conocen como bolas. Emitir juicios propios, inteligentes, a contracorriente, a caballo de un discurso tejido con ideas y razonamientos, no es lo más común en el patio que habitamos. Somos lo que somos y nos conocemos.

Por eso atacamos las obras por los errores de corrección u ortografía, a falta de otras ideas. Por eso nos cebamos en Internet, a la sombra de páginas web y seudónimos, rumiando una envidia cochina por una lista que apenas muestra una tendencia y unos gustos. No otra cosa.

La palabra envidia en el título, y en una línea del texto de este artículo, no es mera casualidad: apunta a señalar este episodio concreto, esta suerte de onda expansiva virtual producida por la lista, y otros que hemos vivido en nuestra realidad literaria nacional.

Y refiere el título de un libro de Melanie Klein, Envidia y gratitud. Justamente esta ama de casa inglesa advirtió lo que escondía la envidia: la necesidad de destruir lo que no se tiene. ¿Y qué es lo que no se tiene? Léanse las diez novelas de la lista y conversamos.

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